El Padre Nuestro y el Credo - Centro Nacional de Catequesis
El Padre Nuestro y el Credo - Centro Nacional de Catequesis
El Padre Nuestro y el Credo - Centro Nacional de Catequesis
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
EL PADRENUESTRO Y EL CREDOpero, ante las amenazas <strong>de</strong> <strong>El</strong>ías ‘<strong>de</strong>sgarró sus vestidos’ e hizo penitencia,por lo que Dios <strong>de</strong>cidió ‘no suscitar <strong>el</strong> mal durante su vida’ (cf. 1 Rey.21,17-24.27-29) (...) Pero ¿qué piensas <strong>de</strong> Nabucodonosor?: (sanguinario,sacrílego, idólatra..., pero castigado por Dios se humilló y le confesó, siendopor Él restituido) a la dignidad <strong>el</strong> Reino (cf. Dn. 4, 22-34). Si a quien hizotantos males pero confesó a Dios le fue otorgado <strong>el</strong> perdón y <strong>el</strong> reino, a tique haces penitencia, ¿no te conce<strong>de</strong>rá <strong>el</strong> perdón <strong>de</strong> tus pecados y <strong>el</strong> Reino<strong>de</strong> los Ci<strong>el</strong>os, si proce<strong>de</strong>s dignamente? Benigno es Dios, pronto al perdón ytardo a la ira: ¡Nadie <strong>de</strong>sconfíe <strong>de</strong> su salvación: Pedro, príncipe y cabeza d<strong>el</strong>os Apóstoles, negó a su Maestro tres veces ante una pobre esclava; peroarrepentido, lloró amargamente (cf. Mt. 26, 69-75) y por eso no sólo recibió<strong>el</strong> perdón sino que conservó la dignidad apostólica (cf. Jn. 21, 15-18).También, pues, tantos mod<strong>el</strong>os <strong>de</strong> pecadores, que se convirtieron y salvaron,¡confesad también vuestros pecados al Señor, para obtener <strong>el</strong> perdón yrecibir <strong>el</strong> don c<strong>el</strong>este y finalmente heredar con los santos <strong>el</strong> Reino <strong>de</strong> losci<strong>el</strong>os!” 440La actitud <strong>de</strong> la humildad va unida a la d<strong>el</strong> arrepentimiento; es <strong>de</strong>cir,a reconocer que sólo cuando <strong>el</strong> árbol está cercano al agua tendrá un ver<strong>de</strong>follaje y un fruto abundante a su tiempo. Un árbol cercano al río no conoceráni <strong>el</strong> fuego ni <strong>el</strong> hacha (cf. Mt. 3,10, Lc.3,9): “¡Arrepintámonos <strong>de</strong> habererrado, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber conocido ‘la verdad’ (cf. Jn. 14,6)!. ¡Arrepintámonos<strong>de</strong> haber amado lo que Dios no ama! (...Pues) bueno y óptimo es lo queDios manda, siendo temerario discutir sobre la bondad <strong>de</strong> un precepto divino:<strong>de</strong>bemos practicarlo no porque es bueno, sino porque Dios lo ha or<strong>de</strong>nado(...)” 441b. Dolor y <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> libertad.Un acto lleno <strong>de</strong> humildad y <strong>de</strong> arrepentimiento <strong>de</strong>be ir acompañadod<strong>el</strong> dolor por haber querido lo que Dios no quiere; dolor que hace añorarla libertad que <strong>el</strong> pecado siempre arrebata: “Des<strong>de</strong> <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o miró al Señor,para oír <strong>el</strong> gemido <strong>de</strong> los engrillados, para soltar a los hijos <strong>de</strong> los con<strong>de</strong>nadosa muerte” (Sal. 101, 20s). Siendo <strong>el</strong>los con<strong>de</strong>nados a muerte, ¿quiénesson ‘los hijos’? Nosotros, “¿cuándo somos soltados? Cuando le <strong>de</strong>cimos:‘Rompiste mis ataduras, a ti sacrificaré hostia <strong>de</strong> alabanza’ (Ps. 115. 16s).Todo hombre es soltado <strong>de</strong> las ataduras <strong>de</strong> los malos <strong>de</strong>seos o <strong>de</strong> los nudos<strong>de</strong> sus pecados. La remisión <strong>de</strong> los pecados es la <strong>de</strong>satura. ¿De qué hubieseservido a Lázaro salir d<strong>el</strong> sepulcro, si no se hubiera dicho: ‘¡Desatadle y<strong>de</strong>jadle andar!’ (Jn. 11,44)” 442 .* * *Propiedad <strong>de</strong> CENACAT118440 Cirilo <strong>de</strong> Jerusalén, Cateq. II, 11-20.441 Tertulliano, De poenitentia IV PL1, 1344A.442 Agustín <strong>de</strong> Hipona, Enarraciones sobre los salmos 101, II,3.