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Desarrollo social inclusivo

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Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)<br />

(gasto de bolsillo), aporte de fundaciones y ONG, u otras entidades. Por otro lado, el enfoque analítico todavía es<br />

meramente contable y de control de presupuesto, y se ha avanzado poco hacia su apreciación como parte integral<br />

del análisis de la política pública y la toma de decisiones 10 .<br />

Para dar sostenibilidad y afianzar la institucionalidad de las políticas de desarrollo <strong>social</strong>, se requiere potenciar el<br />

desarrollo de pactos fiscales que garanticen recursos estables y permanentes, y con instrumentos de financiamiento<br />

contracíclico, para hacer frente a períodos de crisis o bajo crecimiento. En ese proceso, la identificación de alternativas<br />

asociadas a reglas fiscales en favor de la política <strong>social</strong> y la asociación de esta a iniciativas de “reforma fiscal verde”<br />

aparecen como posibles caminos de acción.<br />

Una manera de ilustrar los avances y desafíos de la institucionalidad <strong>social</strong> en relación con el financiamiento<br />

y con algunas dimensiones de análisis aquí propuestas es examinar el caso de grupos o segmentos específicos de<br />

población. Para ello, en el recuadro III.5 se analiza la institucionalidad dedicada a los jóvenes en América Latina,<br />

presentando sus elementos característicos.<br />

Recuadro III.5<br />

Avances y desafíos de la institucionalidad dedicada a la población joven en América Latina<br />

Como ha señalado la CEPAL, el contexto institucional determina<br />

en gran medida el tipo de políticas que pueden ser implementadas<br />

para promover la inclusión <strong>social</strong> de los jóvenes, su alcance y<br />

su efectividad (Cecchini y otros, 2015). Tres dimensiones de la<br />

institucionalidad —las entidades coordinadoras de la temática, el<br />

marco normativo y la existencia de políticas o planes nacionales<br />

de juventud— son factores determinantes.<br />

En la región, se observa heterogeneidad en cuanto a las<br />

instituciones coordinadoras en materia de juventud: se pueden<br />

identificar ministerios (en Nicaragua, la República Dominicana y<br />

Venezuela (República Bolivariana de)), viceministerios (en Bolivia<br />

(Estado Plurinacional de) y Costa Rica), secretarías (en el Brasil,<br />

el Paraguay y el Perú), subsecretarías o institutos (en Chile, El<br />

Salvador, Honduras, México y el Uruguay), direcciones (en la<br />

Argentina y el Ecuador), consejos nacionales (en Guatemala) y<br />

otros. De acuerdo con la CEPAL (2009), en los objetivos de estas<br />

entidades se incluyen al menos cuatro tareas: conocimiento<br />

sistemático de la realidad juvenil, profesionalización de su personal<br />

técnico, innovación en el diseño y ejecución de programas, y<br />

desarrollo de capacidades comunicacionales para promover<br />

consensos entre la clase dirigente y la opinión pública.<br />

Independientemente de las variaciones observadas<br />

en cuanto al tipo de entidad y las tareas que cumplen para<br />

promover el desarrollo de la población juvenil en sus respectivos<br />

países, las instituciones tienden a ser débiles, en especial<br />

en comparación con la solidez de los ministerios sectoriales<br />

relacionados, como los de educación, trabajo y salud. Ante<br />

este panorama, se vuelve necesario reflexionar sobre las<br />

funciones esenciales que debieran cumplir las instituciones<br />

gubernamentales de juventud. Estas deberían asumir un rol<br />

de coordinación, de articulación de esfuerzos, para dinamizar<br />

procesos y así lograr que mejoren las políticas de juventud<br />

en cada sector, manteniendo una mirada integral sobre las<br />

necesidades de esta población en sus contextos respectivos.<br />

También resulta necesario fortalecer las instancias locales<br />

(sobre todo, municipales) para llevar a cabo iniciativas de<br />

inclusión <strong>social</strong> juvenil que cuenten con una mayor participación<br />

comunitaria tanto en su diseño como en su implementación.<br />

Un segundo componente clave de la institucionalidad es<br />

la existencia de una normativa sobre juventud. Ello refleja un<br />

consenso de la sociedad respecto de la necesidad de atender<br />

una problemática y cómo abordarla. Por otra parte, obliga a<br />

los diferentes niveles del poder ejecutivo a definir políticas y<br />

programas para cumplir con los objetivos establecidos y a dirigir<br />

recursos del presupuesto público para ello. De esta manera, el<br />

marco jurídico proporciona estabilidad, permanencia de criterios,<br />

institucionalidad y recursos a las políticas públicas de juventud.<br />

El papel de una política o plan nacional de juventud también<br />

es crítico, ya que proporciona la visión para todos los programas<br />

y actividades relacionados con la juventud en un país. En el Foro<br />

Mundial sobre Políticas para la Juventud, que se celebró en Bakú<br />

en 2014, se consensuaron lineamientos básicos para dichas<br />

políticas a . Según lo acordado, una política de juventud debe estar<br />

basada en derechos, ser inclusiva, integral y participativa, tener<br />

perspectiva de género, estar basada en el conocimiento y la<br />

evidencia, ser responsable y contar con recursos. En la región<br />

muchos países han desarrollado estrategias, en las que se toma<br />

la perspectiva de la juventud como un especio de ciudadanía y del<br />

joven como un actor estratégico del desarrollo y se incorporan<br />

elementos del compromiso de Bakú. Sin embargo, la asignación<br />

de recursos destinados a los jóvenes en los presupuestos públicos<br />

aún es insuficiente y en algunos casos se evidencian desfases<br />

entre los objetivos de dichos planes y el presupuesto público.<br />

La mayor parte de estos esfuerzos de institucionalización<br />

de las acciones dirigidas hacia la juventud se han establecido<br />

a partir de la década de 2000. Todo lo anterior sugiere que los<br />

gobiernos son cada vez más conscientes de la importancia de<br />

contar con legislación y políticas adecuadas para responder a las<br />

necesidades, las aspiraciones y las demandas de los jóvenes. Sin<br />

embargo, la existencia de una normativa en temas de juventud y<br />

un plan o política para ejecutar esa normativa es una condición<br />

necesaria pero no suficiente para promover la inclusión de las y<br />

10<br />

Para mejorar estos sistemas de medición deben articularse las propuestas metodológicas del Manual de estadísticas de finanzas<br />

públicas del Fondo Monetario Internacional (FMI) con el Sistema de Cuentas Nacionales, en la línea de las cuentas satélite, e incluir<br />

la información de costos e inversión como parte integral del sistema de análisis de la gestión <strong>social</strong>, articulada con la información<br />

<strong>social</strong>, de manera de potenciar la racionalidad en la toma de decisiones hacia la maximización de los impactos y la eficiencia en el<br />

uso de los recursos (Martínez y Collinao, 2010; Martínez, 2015).<br />

Capítulo III<br />

108

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