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<strong>Desarrollo</strong> <strong>social</strong> <strong>inclusivo</strong>: una nueva generación de políticas para superar la pobreza...<br />
Aumentar el nivel educativo de la población se vincula también a la posibilidad de mejoramiento de otros factores<br />
clave de desarrollo y bienestar, como son los de productividad, ingresos, movilidad <strong>social</strong>, superación de la pobreza<br />
y cohesión <strong>social</strong>. En especial, el acceso universal a una educación de calidad es un aporte a la construcción de<br />
mayor igualdad en el futuro. Para lograr el cambio cultural y tecnológico indispensable a fin de transitar hacia una<br />
senda de desarrollo sostenible tan necesario en la región se requiere la concurrencia de una educación de calidad<br />
y contenidos adaptados a los retos medioambientales y económicos actuales.<br />
5. La igualdad de género como autonomía y empoderamiento de las mujeres<br />
Mediante el Objetivo 5, de “lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y las niñas”, se pretende<br />
abordar tres dimensiones centrales para la autonomía de las mujeres que son claves para lograr la igualdad: la<br />
económica, la política y la física. Como ha planteado la CEPAL, la autonomía se construye en estas tres dimensiones<br />
de forma interdependiente y desde las esferas de la vida pública y privada. Por ejemplo, la autonomía económica<br />
afecta las otras dimensiones de la autonomía de las mujeres, de la misma manera como la autonomía reproductiva<br />
afecta la autonomía económica (CEPAL, 2010b). En este sentido, la ampliación de las temáticas abarcadas por este<br />
objetivo en comparación con el marco de los ODM constituye una puerta de entrada para un abordaje más integral<br />
de la autonomía.<br />
En general, el Objetivo 5, pero también otros Objetivos de <strong>Desarrollo</strong> Sostenible podrían ser una oportunidad<br />
para impulsar la agenda de igualdad de género, que en el marco de los Objetivos de <strong>Desarrollo</strong> del Milenio se<br />
centró mayormente en el acceso a la educación y la disminución de la mortalidad materna. Entre los elementos que<br />
representan un progreso significativo destacan: i) el reconocimiento y valoración del trabajo de cuidado no remunerado,<br />
incluido el trabajo doméstico; ii) la relevancia asignada al derecho efectivo de las mujeres a acceder y controlar los<br />
recursos naturales y productivos y el crédito; iii) el reconocimiento de la vulnerabilidad de ciertos grupos de mujeres<br />
al cambio climático y los desastres naturales; iv) la prioridad otorgada a la erradicación de la violencia contra las<br />
mujeres y las niñas (un fenómeno que impide el empoderamiento y que tiene consecuencias devastadoras para los<br />
individuos, las sociedades y las comunidades en todos los países del mundo), y v) la lucha para erradicar toda forma<br />
de discriminación. La meta 5.1, referente a “poner fin a todas las formas de discriminación contra todas las mujeres<br />
y las niñas en todo el mundo”, puede constituir una oportunidad estratégica, en la medida en que la existencia de<br />
marcos normativos que impidan cualquier forma de discriminación constituiría una contribución sustantiva para<br />
lograr la plena autonomía de las mujeres.<br />
Al abordar la distribución asimétrica del trabajo no remunerado entre hombres y mujeres como una dimensión<br />
central para la reproducción de la desigualdad de género, este objetivo representa una oportunidad para que la<br />
región avance de manera más sustantiva en los esfuerzos que apuntan a la medición del trabajo no remunerando, su<br />
valorización económica y su redistribución dentro de los hogares, así como en la prestación de servicios públicos<br />
amplios, suficientes y de calidad en materia de cuidado. Por estas razones, la transformación de las relaciones<br />
desiguales de poder entre hombres y mujeres en América Latina y el Caribe implica atacar barreras estructurales que<br />
impiden la autonomía de las mujeres en los ámbitos público y privado.<br />
Cabe mencionar que en el marco de las sucesivas reuniones de la Conferencia Regional sobre la Mujer de<br />
América Latina y el Caribe, la región ha desarrollado en los últimos años una agenda en favor de la igualdad de<br />
género que en buena medida se ha adelantado a los temas recién incorporados en la agenda mundial. Prueba de<br />
ello son los compromisos asumidos por los países en ese ámbito. Por ejemplo, en el Consenso de Santo Domingo,<br />
aprobado en la XII Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe en 2013, se establecieron en<br />
detalle compromisos de política en torno al empoderamiento económico y político de las mujeres, su salud sexual<br />
y reproductiva, y el papel de las tecnologías de la información y las comunicaciones como vehículo para lograr un<br />
mayor empoderamiento de las mujeres y, en general, para la igualdad de género, entre otros aspectos (CEPAL, 2013).<br />
Lo mismo puede afirmase con respecto a la violencia contra la mujer: la Convención Interamericana para Prevenir,<br />
Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (Convención de Belém do Pará) ha sido desde 1994 una plataforma<br />
para poner en el centro de la agenda regional el combate a todas las formas de violencia que padecen las mujeres,<br />
tema que no estuvo presente en el marco de los ODM, pero que sí es abordado en la Agenda 2030 para el <strong>Desarrollo</strong><br />
Sostenible (OEA, 1994).<br />
Capítulo V<br />
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