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<strong>Desarrollo</strong> <strong>social</strong> <strong>inclusivo</strong>: una nueva generación de políticas para superar la pobreza...<br />
humanas. Los efectos que se buscan pueden abarcar la restauración de la salud, la seguridad alimentaria o la mejora<br />
del acervo educativo de las personas, de modo que pueden darse en el mediano y largo plazo, y tener incluso un<br />
impacto intergeneracional.<br />
La naturaleza asistencial o de inversión en capacidades humanas de los programas o las transferencias monetarias<br />
se relaciona con la estrategia en que se insertan las prestaciones. De allí que sea pertinente analizar las funciones<br />
simultáneas que ellos pueden cumplir, tales como actuar contra situaciones de pobreza crónica o efectos temporales<br />
de ajustes económicos, acercar o integrar la población objetivo a la oferta de educación y salud, o conocer sus efectos<br />
indirectos, como las modificaciones de las relaciones de poder en los hogares, cuando las mujeres son las depositarias<br />
de las transferencias monetarias o de otro tipo de beneficios condicionados y deben velar por el cumplimiento de<br />
las obligaciones contraídas.<br />
En estos términos, los programas de transferencias condicionadas plantean contraprestaciones relacionadas,<br />
principalmente, con la inversión en capacidades humanas, mediante acciones de educación, nutrición y salud<br />
de niños y jóvenes. Se trata de combatir la deserción y el rezago escolar, y la inserción prematura y precaria en el<br />
mercado de trabajo. Las acciones en educación actúan a favor de una mayor escolarización y como mecanismo<br />
de prevención y erradicación del trabajo infantil. Para que esta tarea sea eficaz, se involucra a otros miembros de<br />
la familia, sobre todo a las mujeres. Está en juego, entonces, la existencia de una oferta sectorial que haga viable<br />
las contraprestaciones. Es decir, no solo que no existe una contraposición con la lógica sectorial, sino que la lógica<br />
debe ser complementaria (Serrano, 2005; CEPAL, 2006).<br />
Entre las principales lecciones institucionales que es posible extraer de la experiencia de los programas de<br />
transferencias condicionadas implementados en la región desde fines de los años noventa o comienzos de la década<br />
de 2000 se destacan las siguientes:<br />
i) la necesaria coordinación de las políticas de superación de la pobreza con la política macroeconómica y las<br />
políticas de desarrollo productivo, y su vinculación con las reformas generales de política <strong>social</strong>;<br />
ii) la inserción estratégica de la focalización como complemento de las instituciones vigentes y no en competencia<br />
con ellas (tal inserción estratégica y complementaria tiene repercusiones globales en la política <strong>social</strong> y su ámbito<br />
institucional); establecer derechos y obligaciones de los destinatarios de las políticas tiene consecuencias y es<br />
preciso tomar medidas para que ellos puedan hacer efectivos esos derechos y obligaciones (en otras palabras,<br />
cuando se exige una contraprestación por parte de los destinatarios, debe garantizarse el acceso efectivo a una<br />
oferta pública, generalmente en materia de salud o educación);<br />
iii) la necesidad de velar para que los recursos destinados a estos programas sean sostenibles. En un sentido estricto,<br />
las prestaciones condicionadas no son radicalmente nuevas y el punto de inflexión de algunos programas de<br />
transferencias condicionadas contemporáneos que han tenido un efecto de demostración en la región es su<br />
cobertura (la cantidad de destinatarios) y, en algunos casos, el monto de los beneficios.<br />
Por otra parte, cabe resaltar que la realización de las transferencias monetarias en forma eficiente, oportuna y<br />
acorde con los criterios de selección de destinatarios implica grandes desafíos en materia de gestión 4 . Desde hace<br />
mucho tiempo se ha insistido en la región en la heterogeneidad de la pobreza y sus consecuencias para la focalización,<br />
en términos de atender diversas carencias, y en las implicaciones que esto tiene en el diseño de los programas y de<br />
los criterios e instrumentos de selección de destinatarios (Raczynski, 1991; Vergara, 1990; CEPAL, 1994). En línea<br />
con esa preocupación, cada vez se reconoce más que los programas deben atender a las causas específicas de la<br />
pobreza y considerar su heterogeneidad, lo que exige intervenciones integrales y diferenciadas. Las transferencias<br />
condicionadas se relacionan con la institucionalidad sectorial, por lo que no deben estar divorciadas de ella y menos<br />
aún en competencia. Lo que se pretende es que estas transferencias contribuyan a la universalización y a salir de la<br />
pobreza (Cohn y Medeiros, 2004). Hay que considerar, no obstante, que la interrelación de los programas selectivos<br />
con la institucionalidad sectorial es un proceso en marcha, que puede estar sujeto a muchos ajustes.<br />
En síntesis, experiencias muy diversas en la región indican que los programas de transferencias condicionadas no<br />
deben ni pueden ser sustitutos de la provisión de una oferta de servicios <strong>social</strong>es de calidad. Si no hay preocupación<br />
por proveer servicios de salud y educación de calidad, se corre el riesgo de condicionar las transferencias monetarias<br />
a proveedores que son ineficaces para lograr mejoras de largo plazo en el bienestar y para combatir las causas de la<br />
pobreza y la desigualdad, así como su carácter intergeneracional. Esto lleva a plantear la ampliación de la cobertura<br />
4<br />
Ese tema se aborda en el capítulo III.<br />
Capítulo II<br />
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