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Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)<br />
trabajo, en un contexto en que la priorización de los esfuerzos de erradicación de la pobreza y de la desigualdad y<br />
de promoción de un desarrollo <strong>social</strong> <strong>inclusivo</strong> ganaron espacio en la agenda pública y en las estrategias generales<br />
de desarrollo.<br />
Sin embargo, aún hay grandes desafíos pendientes, ya que la desigualdad sigue siendo muy alta, la reducción<br />
de la pobreza se ha estancado desde 2012 y la indigencia muestra una leve tendencia al alza. En un contexto de<br />
desaceleración del crecimiento económico, la existencia de un contingente importante de población vulnerable —con<br />
ingresos cercanos a la línea de pobreza y sin ahorros monetarios, acceso a seguridad <strong>social</strong> o vivienda propia—<br />
enciende otra luz de alerta (CEPAL, 2014a) 2 . A esto se suman los desafíos que plantean los cambios demográficos,<br />
en especial el envejecimiento de la población y el descenso de la fecundidad, que tiene consecuencias sobre los<br />
sistemas de salud y pensiones y las estrategias de cuidado, tanto a escala de las familias como de la sociedad. La<br />
migración extra e intrarregional implica también profundas transformaciones socioterritoriales, con gran impacto en<br />
las dinámicas económicas y las estructuras familiares.<br />
Persisten, asimismo, grandes desigualdades marcadas por las dimensiones de género, raza, etnia y las distintas<br />
fases del ciclo de vida. Esas desigualdades no se expresan solo en los ingresos, sino también en las oportunidades,<br />
en el ejercicio de derechos y en el tipo de acceso y la calidad de la educación, la salud, la nutrición y la inserción<br />
en el mercado laboral. La persistencia de la desigualdad en esos ámbitos constituye un reto para la realización de los<br />
derechos económicos, <strong>social</strong>es y culturales, y es una de las principales barreras para que la pobreza y la indigencia<br />
sigan disminuyendo en la región.<br />
Por eso, si se tiene la igualdad como horizonte, es necesario redoblar los esfuerzos, sobre todo en los países más<br />
rezagados. Pese al actual escenario económico global, que se presenta más complejo e incierto y que, al menos en<br />
el corto plazo, será menos favorable para la región, es fundamental asegurar los avances en materia de desarrollo<br />
<strong>social</strong> logrados en las últimas décadas e impedir su reversión, y no postergar las asignaturas pendientes en ámbitos<br />
donde los logros claramente han sido insuficientes, en consonancia con el enfoque de derechos y los principios de<br />
progresividad y no regresividad. La desaceleración del crecimiento económico implicará dificultades en ámbitos<br />
clave para el bienestar como la generación de empleo de calidad y el financiamiento de la inversión <strong>social</strong>. Pese a<br />
ello, no puede postergarse el fortalecimiento de las políticas y de las instituciones <strong>social</strong>es. La heterogeneidad de las<br />
condiciones políticas, económicas y <strong>social</strong>es de los países hace que cada uno deba emprender su propio camino.<br />
Este capítulo tiene por objeto plantear lineamientos de política en diversos ámbitos del desarrollo <strong>social</strong> que<br />
fueron identificados en los capítulos anteriores. En primer lugar, se propone una perspectiva que sitúa el combate a<br />
la pobreza en el marco de la protección <strong>social</strong> como derecho ciudadano. A continuación, se esbozan algunos retos<br />
de las políticas de superación de la pobreza y la desigualdad y las indispensables sinergias que deben establecerse<br />
respecto de otras políticas; se recomienda proseguir los esfuerzos de ampliación de cobertura y de calidad de las<br />
prestaciones, y fortalecer su relación con las políticas sectoriales de educación, salud y nutrición, y el componente de<br />
inserción laboral y productiva. En tercer término, se discuten las políticas públicas de promoción del empleo productivo<br />
y del trabajo decente como un elemento central del desarrollo <strong>social</strong>, lo que requiere diseñar e implementar medidas<br />
de protección del empleo, fortalecer las instituciones laborales y las políticas de mercado de trabajo, promover la<br />
autonomía económica de las mujeres —que implica, entre otros objetivos, impulsar las políticas de cuidado como<br />
un pilar fundamental de los sistemas de protección <strong>social</strong>— y avanzar en la articulación entre educación y empleo,<br />
fortaleciendo la educación técnica y profesional. En cuarto lugar, se abordan políticas y programas para enfrentar<br />
las desigualdades, en especial las de género, raza y etnia. Por último, se vincula el contenido de las políticas con<br />
el medio ambiente y el territorio, abogando por fortalecer los mecanismos de protección de la población ante los<br />
desastres y dar respuestas a las desigualdades territoriales.<br />
En este capítulo también se plantean desafíos y recomendaciones relacionadas al fortalecimiento de la<br />
institucionalidad para el desarrollo <strong>social</strong>, y se resaltan algunas dimensiones de los pactos indispensables para<br />
tal cometido.<br />
2<br />
De acuerdo con las últimas proyecciones de la CEPAL (2015), América Latina y el Caribe decrecerá un 0,3% en 2015 y para 2016 se<br />
prevé un crecimiento de solo un 0,7%.<br />
Capítulo IV<br />
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