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<strong>Desarrollo</strong> <strong>social</strong> <strong>inclusivo</strong>: una nueva generación de políticas para superar la pobreza...<br />
facilitación de la transición entre la escuela y el trabajo; ampliación de la formalización y la protección <strong>social</strong>;<br />
consideración de la situación de los jóvenes en el medio rural; promoción de los emprendimientos juveniles;<br />
fortalecimiento del protagonismo juvenil y la consideración de los temas de la juventud en los procesos de diálogo<br />
<strong>social</strong> y negociación colectiva, y avance en el cierre de las brechas de género, raza y etnia en todas esas dimensiones.<br />
En los países de la región existe creciente preocupación respecto del diseño e implementación de políticas<br />
en diversas áreas. La mayoría de esas iniciativas se concentra en formación de habilidades (elevación de los<br />
niveles de educación y capacitación para el trabajo); servicios o programas públicos de empleo y asistencia en<br />
la búsqueda de trabajo; subsidios a la creación de empleo; subsidios a la contratación; regulación y legislación<br />
laboral; políticas de aprendizaje profesional y primer empleo, y promoción de la iniciativa empresarial y del empleo<br />
independiente. En cuanto a la formación de habilidades, se hace particularmente necesario diseñar estrategias<br />
flexibles que posibiliten a todos los grupos juveniles seguir procesos de formación que no necesariamente<br />
estén concentrados en el sistema formal, pero que brinden herramientas y formen capacidades de aprendizaje<br />
y conocimiento articuladas con los cambios en la demanda laboral y con las políticas de desarrollo sectoriales,<br />
facilitando su inserción en el mundo laboral.<br />
El desarrollo de capacidades —especialmente de las nuevas generaciones— es uno de los pilares básicos para<br />
avanzar hacia una sociedad más igualitaria y para lograr el cambio de la estructura productiva. En particular, el<br />
nexo entre la educación y el empleo es uno de los ejes fundamentales a abordar para integrar a la población juvenil<br />
en los procesos de desarrollo (CEPAL, 2014b). Asimismo, ante los cambios asociados a la transición demográfica<br />
y, en particular, al envejecimiento de la población, debido a que proporcionalmente habrá menos niños y jóvenes<br />
en el futuro, es aún más necesario invertir para que ellos puedan contribuir plenamente al desarrollo económico<br />
y <strong>social</strong> de sus comunidades y países, lo que aumenta las exigencias hacia el sistema educacional y de formación<br />
técnica y profesional.<br />
Para seguir incrementando las oportunidades educativas de la juventud en la región es necesario reconocer<br />
la diversidad de trayectorias y otorgar la oportunidad de continuar los estudios de manera flexible. Por lo tanto, es<br />
importante disponer de una oferta de educación formal y no formal que incluya distintas alternativas que permitan<br />
adaptarse a las condiciones específicas de los jóvenes (según vivan en zonas rurales apartadas o de concentración de<br />
la pobreza y la marginalidad), compatibilicen educación y trabajo, incluyan programas para jóvenes en situaciones<br />
especiales (como los jóvenes con discapacidad), promuevan la no discriminación, tiendan a disminuir la segregación,<br />
incorporen becas y transferencias monetarias, y establezcan medidas de retención y reincorporación a la escuela<br />
(CEPAL/OIJ/IMJUVE, 2014).<br />
Además, es necesario mejorar la articulación entre los diversos subsistemas de educación y capacitación, de tal<br />
forma que no solo se adapten a la diversidad de trayectorias juveniles existentes, sino que también permitan el adecuado<br />
flujo de estudiantes entre programas de capacitación, educación técnica, educación profesional y universitaria, y<br />
faciliten que puedan continuar o retomar los estudios, tanto para la actualización como para la profundización y<br />
especialización en diversas áreas del conocimiento a lo largo de toda la vida (Trucco y Ullmann, 2015).<br />
Un área clave, que no ha sido suficientemente abordada por las políticas educativas de la región en las últimas<br />
décadas, es la educación técnico profesional. La educación técnica es de vital importancia, no solo porque facilita<br />
transiciones exitosas de la educación al trabajo, sino porque, en muchos países, abarca a una gran proporción de los<br />
estudiantes de la enseñanza secundaria y superior. Es importante abordarla con una perspectiva de género debido a<br />
las mayores dificultades de inserción laboral que enfrentan las mujeres jóvenes y a la segmentación en la oferta de<br />
formación profesional para varones y mujeres. También es fundamental incorporar a esa discusión una perspectiva<br />
étnica y racial, con el propósito de ampliar las oportunidades de acceso a la educación y al trabajo de los jóvenes<br />
indígenas y afrodescendientes.<br />
Los programas técnico profesionales deben responder a las necesidades actuales y futuras de los sistemas<br />
productivos nacionales, lo que requiere tanto la creación de alianzas público-privadas como el análisis conjunto de<br />
las necesidades del mercado de trabajo y proyecciones de futuro de la demanda laboral. De ese modo, se facilita<br />
una adecuada planificación de la oferta programática, en contenidos, diversidad de programas y estructura de dicha<br />
oferta según niveles de especialización y potencialidades reales de absorción de mano de obra por parte del mercado<br />
de trabajo. Al igual que en el caso de los programas de capacitación, es necesario articular y compatibilizar los<br />
Capítulo IV<br />
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