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<strong>Desarrollo</strong> <strong>social</strong> <strong>inclusivo</strong>: una nueva generación de políticas para superar la pobreza...<br />
Recuadro III.5 (conclusión)<br />
los jóvenes. A pesar de los avances y compromisos logrados,<br />
existen tres grandes desafíos para la efectiva implementación<br />
de las políticas nacionales de juventud.<br />
Un primer desafío es mejorar la intersectorialidad.<br />
En la región hay numerosos ejemplos de países en que<br />
las políticas nacionales de juventud son gestionadas por<br />
entidades coordinadoras de los temas de juventud que<br />
cuentan con recursos y poder político limitados. Al mismo<br />
tiempo, los ministerios sectoriales tienden a actuar de forma<br />
independiente. Esta fragmentación constituye una barrera<br />
significativa para la ejecución, el seguimiento y, en última<br />
instancia, la efectividad de las políticas. La fragmentación<br />
dificulta, además, el monitoreo y evaluación de las políticas<br />
nacionales de juventud, así como la identificación de los<br />
costos de los programas y de las fuentes de financiamiento.<br />
Un segundo desafío es el financiamiento. La voluntad<br />
política expresada en los acuerdos y consensos internacionales<br />
no necesariamente se materializa en la provisión de recursos<br />
suficientes para la implementación de políticas o programas<br />
específicos que garanticen las condiciones para que las y los<br />
jóvenes logren movilizar sus capacidades para llevar a cabo en<br />
forma autónoma sus proyectos de vida (CEPAL/UNFPA, 2012).<br />
En tercer lugar, los canales de participación para que las<br />
y los jóvenes puedan desempeñar un rol activo en el diseño,<br />
implementación, monitoreo y evaluación de las políticas en<br />
los países aún no logran captar de una manera inclusiva y<br />
eficiente la voz de este grupo de la población. Aunque se han<br />
abierto espacios por medio de organizaciones de jóvenes, estas<br />
generalmente carecen de recursos, y la coordinación entre<br />
ellas tiende a ser débil o nula. Fortalecer la participación de los<br />
jóvenes no solo es importante para que las decisiones sean<br />
más relevantes, sostenibles y legítimas, sino que, además, la<br />
participación constituye una vía esencial para el goce efectivo<br />
de los derechos humanos.<br />
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), sobre la base de Simone Cecchini y otros (eds.), Instrumentos de protección <strong>social</strong>:<br />
caminos latinoamericanos hacia la universalización, Libros de la CEPAL, N° 136 (LC/G.2644-P), Santiago, CEPAL, 2015; CEPAL, Panorama Social de<br />
América Latina 2008 (LC/G.2402-P), Santiago, 2009; R. Martínez y M. Collinao, “Gasto <strong>social</strong>: modelo de medición y análisis para América Latina<br />
y el Caribe”, serie Manuales, N° 65 (LC/L.3170-P), Santiago, CEPAL, 2010; R. Martínez, “Monitoreo y evaluación de las políticas y programas de<br />
protección <strong>social</strong>”, Instrumentos de protección <strong>social</strong>: caminos latinoamericanos hacia la universalización, Simone Cecchini y otros (eds.), Libros de<br />
la CEPAL, N° 136 (LC/G.2644-P), Santiago, CEPAL, 2015; Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)/Fondo de Población de las<br />
Naciones Unidas (UNFPA), Informe regional de población en América Latina y el Caribe 2011: invertir en juventud, Santiago, 2012.<br />
a<br />
El compromiso de Bakú fue el resultado del Foro Mundial sobre Políticas para la Juventud, que se celebró en esa ciudad del 28 al 30 de octubre de 2014.<br />
Esta reunión convocó a más de 700 participantes de 165 países, con los objetivos de proporcionar una plataforma para que diversos actores interesados<br />
en las políticas de juventud evaluaran el desarrollo, implementación, monitoreo y evaluación de dichas políticas; compartir buenas experiencias e identificar<br />
brechas y desafíos.<br />
E. Comentarios finales<br />
Como se ha analizado en los capítulos anteriores, la evolución positiva del mercado de trabajo, en especial en lo<br />
que se refiere a la disminución de la tasa de desempleo y el aumento de los niveles de ocupación y formalización,<br />
ha contribuido a la expansión de los mecanismos contributivos en la región en el último período, al mismo tiempo<br />
que se han introducido nuevos mecanismos de protección <strong>social</strong> de carácter no contributivo. Así, se observa en<br />
los países un proceso de ampliación de los sistemas de protección <strong>social</strong>, que se refleja en la institucionalidad del<br />
desarrollo <strong>social</strong> en la región, analizada en este capítulo. Esa institucionalidad ha experimentado un mayor desarrollo<br />
en comparación con las décadas anteriores, aunque heterogéneo entre los países. Lo <strong>social</strong> se ha mantenido en la<br />
agenda pública y se ha manifestado en nuevos compromisos jurídico-normativos, en una diversidad de experiencias<br />
dirigidas a afianzar las capacidades, fiscales, técnicas, organizacionales y de coordinación de las políticas y programas<br />
<strong>social</strong>es, y en el desarrollo de mecanismos mediante los cuales se busca atender de forma integral a problemáticas<br />
y grupos o segmentos de población específicos.<br />
Para garantizar derechos, erradicar la pobreza y disminuir la desigualdad no hay un modelo único deseable,<br />
sino desafíos que deben acometerse dentro de muy diversos contextos institucionales. Entre dichos desafíos se<br />
incluyen: consolidar una base jurídico-normativa que fortalezca la sostenibilidad de las políticas <strong>social</strong>es como<br />
políticas de Estado más allá de las coyunturas electorales; fortalecer el papel del desarrollo <strong>social</strong> en la agenda<br />
pública y la capacidad de coordinación y articulación de las políticas de superación de la pobreza con las políticas<br />
de protección <strong>social</strong>, otras áreas de la política <strong>social</strong> (educación, salud, trabajo y vivienda) y el ámbito económico,<br />
de infraestructura y de desarrollo productivo; profundizar la capacidad de la gestión pública en materia <strong>social</strong>,<br />
considerando la formalización de procedimientos que abarcan desde la definición de planes hasta la evaluación de<br />
sus resultados, así como la disponibilidad de información confiable y oportuna para guiar la toma de decisiones en<br />
procura de maximizar los impactos y la eficiencia; disponer de recursos suficientes para atender a las necesidades<br />
de una política <strong>social</strong> de calidad, transformando la idea de gasto corriente en la de inversión <strong>social</strong>, y mejorando su<br />
registro y publicación, tanto en lo referente al financiamiento como a la ejecución.<br />
Capítulo III<br />
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