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<strong>Desarrollo</strong> <strong>social</strong> <strong>inclusivo</strong>: una nueva generación de políticas para superar la pobreza...<br />
infantil. A ello se agregan crecientes problemas de mala alimentación, que se manifiestan en obesidad, sobre todo<br />
entre niños y mujeres; asimismo, se identifican deficiencias en la ingesta de micronutrientes.<br />
Sin embargo, erradicar el hambre y la malnutrición en todas sus formas no solo implica avanzar en la garantía<br />
de derechos y lograr avances en el bienestar de las personas (y, en particular, de niñas y niños), sino que también<br />
supone ahorros importantes en salud pública y beneficios considerables derivados de los aumentos de productividad<br />
que ese logro conllevaría. Como se ha señalado en diversos estudios de la CEPAL sobre el costo del hambre y la<br />
desnutrición, la inacción presente en este ámbito merma los derechos de muchas personas, pero también acarrea<br />
a largo plazo pérdidas de productividad por concepto de menor aprovechamiento escolar, peor inserción laboral<br />
y menor participación económica, y dificultades asociadas a la salud de quienes padecen esa situación, así como<br />
erogaciones futuras del gasto público en materia de salud, entre otras consecuencias (Martínez y Fernández, 2007<br />
y 2009). Además, la región soporta en la actualidad una doble carga: un gran número de niños y niñas que aún<br />
sufren de desnutrición y una alta prevalencia de obesidad en menores y adultos. Así, se hace necesario poner<br />
en marcha políticas que permitan hacerse cargo de ambos problemas, estudiando y combatiendo los problemas<br />
nutricionales tanto por deficiencia como por exceso, de acuerdo con la realidad actual de la región y los cambios<br />
que ha experimentado en la última década. En este sentido, se debe incluir una preocupación especial por la<br />
calidad de la alimentación, lo que hace referencia directa a la seguridad alimentaria, en cuanto a disponibilidad,<br />
acceso, utilización y estabilidad.<br />
3. La salud para todos como base para un bienestar compartido<br />
En el Objetivo de <strong>Desarrollo</strong> Sostenible 3 (referente a “garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a<br />
todas las edades”) se concentran los temas relacionados con la salud. En él se incluyen tres Objetivos de <strong>Desarrollo</strong><br />
del Milenio: el cuarto ODM (reducir la mortalidad de los niños menores de 5 años), el quinto ODM (mejorar la salud<br />
materna) y el sexto ODM (combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades). En este objetivo se ratifica un<br />
espacio específico para la salud sexual y reproductiva, desde una perspectiva de derechos y de género, y se amplía<br />
el enfoque hacia temas emergentes (como la mortalidad por enfermedades no transmisibles, ciertos hábitos dañinos<br />
—como el tabaquismo—, los accidentes de tránsito, el abuso de sustancias adictivas —incluido el alcohol— y las<br />
enfermedades producidas como consecuencia de la contaminación). Además, se plantea, en la meta 3.8, la cobertura<br />
universal de atención de salud, que marca un punto de inflexión respecto de las metas de los ODM, focalizadas en<br />
grupos específicos de la población. Por todo lo anterior, este objetivo es desafiante, pero, sin duda, se ajusta mucho<br />
más a la realidad de transición epidemiológica de la región y al paulatino control de la mortalidad infantil que se<br />
ha alcanzado en las últimas dos décadas.<br />
En el Objetivo 3 se expresa un enfoque más sistémico, al reconocerse los logros en materia de salud de los<br />
Objetivos de <strong>Desarrollo</strong> del Milenio, pero también los desafíos y la necesidad de ampliar la perspectiva más allá<br />
de un número limitado de padecimientos. Asimismo, este Objetivo es más explícito en cuanto a la importancia de<br />
avanzar hacia una cobertura sanitaria universal y de calidad. Lo anterior es un desafío que incluye una ampliación de<br />
la cobertura en general, pero en que se deberán considerar también los requerimientos especiales de ciertos grupos<br />
de la población, por ejemplo, la necesidad de adaptación de los servicios de salud a las particularidades culturales<br />
de los pueblos indígenas, o bien el desarrollo de políticas y servicios específicos para las personas con discapacidad,<br />
entre otros. Cabe destacar el avance en temas de salud sexual y reproductiva, pues, aun ante las reservas de algunos<br />
países, se está logrando incluir metas que abordan en alguna medida esta problemática, que afecta a muchas personas<br />
en América Latina y el Caribe, y en particular a las y los adolescentes.<br />
Sin embargo, en la región en general los limitados avances en la inversión en salud obligan a reflexionar<br />
acerca de la posibilidad de su expansión mediante políticas públicas con mirada de largo plazo, para enfrentar<br />
simultáneamente los retos tradicionales en materia de salud, como las enfermedades infecto-contagiosas, y aquellos<br />
relacionados con enfermedades no transmisibles o con el envejecimiento. Asimismo, en relación con la necesidad<br />
de disponer de indicadores diferenciados, para hacer frente al énfasis en el financiamiento de servicios de calidad<br />
orientados a poblaciones vulnerables, más allá de que estos se enmarquen dentro de la expansión de la cobertura<br />
de los servicios de salud para toda la población, se requiere de programas de atención específicos asociados a cada<br />
grupo poblacional y a cada padecimiento, con miras a garantizar el acceso a tratamientos y prevención, así como<br />
la disponibilidad de insumos y servicios.<br />
Capítulo V<br />
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