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Desarrollo social inclusivo

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Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)<br />

A nivel regional, la tasa de mortalidad de niños menores de 5 años disminuyó de 54 defunciones por 1.000 niños<br />

nacidos vivos en 1990 a 32 defunciones en el año 2000 y a 18 en 2013, lo que corresponde a una reducción de más<br />

del 66% en el período. Sin embargo, al igual que la mortalidad infantil, se evidencia gran heterogeneidad entre los<br />

países: mientras en algunos esa reducción superó el 60%, en otros fue considerablemente más débil (UNICEF, 2015).<br />

La notable reducción de la mortalidad infantil y de la niñez puede ser el resultado de la combinación de múltiples<br />

procesos, entre los que se cuentan: el avance de la atención primaria de alto impacto y bajo costo (como los programas de<br />

vacunación masiva, la terapia de rehidratación oral o el control de salud de los niños sanos); el aumento de la cobertura<br />

de los servicios básicos, especialmente de agua potable y saneamiento; la expansión de la atención prenatal a mujeres<br />

embarazadas; mejoras en materia de nutrición; el aumento de los niveles educativos de la población (particularmente la<br />

población femenina), y el descenso de la fecundidad. Además, como se verá en el capítulo II del presente documento,<br />

otro factor explicativo de estos avances son los impactos positivos de los programas de transferencias condicionadas<br />

en algunos indicadores de salud, como la mortalidad de niños menores de 5 años de edad.<br />

También se registran avances en la salud materna en el período 1990-2010. En promedio, la mortalidad<br />

materna 29 se ha reducido de 140 muertes en 1990 a 85 muertes en 2013, una disminución del 39% (UNICEF, 2014).<br />

Sin embargo, esta reducción aún está lejos de la meta del 75% establecida en el quinto Objetivo de <strong>Desarrollo</strong> del<br />

Milenio y los avances son heterogéneos: algunos países muestran una tendencia descendente, otros permanecen<br />

estables y algunos registran un ascenso 30 .<br />

En las últimas dos décadas también aumentó la esperanza de vida al nacer, tanto para hombres como para<br />

mujeres. Las mujeres tienen una esperanza de vida superior a la de los hombres en todos los países de la región. Un<br />

varón nacido hoy en día puede esperar vivir 72 años, mientras que en 1990 la esperanza de vida era de 66 años.<br />

Para una niña nacida hoy en día, esa cifra asciende a 78 años, seis años más que en 1990.<br />

No obstante estos importantes logros, sigue existiendo un desafío crucial para avanzar hacia sociedades más<br />

inclusivas, donde toda la población pueda disfrutar de un buen estado de salud: las persistentes brechas <strong>social</strong>es en<br />

esa área. La pobreza, los bajos niveles educativos, el hacinamiento, la nutrición deficiente, la falta de agua potable<br />

y saneamiento, la marginación y la discriminación impactan negativamente en la salud de la población. Por otra<br />

parte, la exclusión <strong>social</strong> limita el acceso a la atención médica, tanto para el diagnóstico como para el tratamiento de<br />

enfermedades. Persisten importantes disparidades de salud según el área de residencia (rural o urbana), la pertenencia<br />

a pueblos indígenas o afrodescendientes y el nivel socioeconómico, tanto entre países como dentro de estos. Los países<br />

que registran los peores indicadores son aquellos que tienen una menor proporción de mujeres alfabetizadas, menor<br />

acceso de la población al agua potable y a saneamiento básico y menor gasto público en salud. En el interior de los<br />

países persisten diferencias de mortalidad infantil de hasta 3 a 1, en perjuicio de la población más vulnerable (Fernández<br />

y Oviedo, 2010). La mortalidad materna se encuentra igualmente asociada al nivel de bienestar de los hogares: el 20%<br />

más pobre concentra algo más del 35% de las muertes, mientras que el 20% superior presenta solo el 10% (OPS, 2012).<br />

Estas brechas también se extienden a otras áreas de la salud. La desnutrición crónica (definida como el déficit<br />

de talla para la edad) tiene importantes ramificaciones a corto y largo plazo, entre ellas, impactos en la morbilidad<br />

y la mortalidad, e implicancias en los logros educativos y la productividad, lo que constituye uno de los principales<br />

mecanismos de la transmisión intergeneracional de la pobreza y la desigualdad. En América Latina y el Caribe, la<br />

desnutrición crónica se relaciona estrechamente con características <strong>social</strong>es y económicas.<br />

Los altos niveles de pobreza, la residencia en áreas rurales y los bajos logros educativos de los padres hacen<br />

que los niños indígenas sean particularmente vulnerables a la desnutrición crónica. Según datos de las Encuestas<br />

de Demografía y Salud, ese problema afecta aproximadamente a un 16% de los niños no indígenas menores de<br />

5 años y a un 31,5% de los niños indígenas del mismo rango etario, es decir que en este último grupo casi duplica<br />

el porcentaje correspondiente a los niños no indígenas. La brecha entre ambos grupos es aun más significativa en el<br />

29<br />

La razón de mortalidad materna es el número anual de mujeres fallecidas por causas relacionadas con el embarazo y el parto por<br />

cada 100.000 nacidos vivos.<br />

30<br />

Conviene tener presente el subregistro de muertes asociadas a la maternidad, particularmente alto entre las mujeres pobres y poblaciones<br />

vulnerables y discriminadas por raza o etnia. En países con baja cobertura de certificación de defunciones, el subregistro y la mala<br />

clasificación son los problemas característicos, mientras que en países con alta cobertura de certificación, el problema principal es la<br />

mala clasificación debida al registro incorrecto de las causas del fallecimiento en el certificado, lo que impide codificar una proporción<br />

significativa de muertes maternas. Las mejoras en las últimas décadas al respecto dificultan la evaluación de los avances en mortalidad<br />

materna, pues los avances reales pueden verse contrarrestados por una medición cada vez de mayor calidad.<br />

Capítulo I<br />

56

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