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<strong>Desarrollo</strong> <strong>social</strong> <strong>inclusivo</strong>: una nueva generación de políticas para superar la pobreza...<br />
Las desigualdades de género y las desigualdades étnicas y<br />
raciales se entrecruzan y se potencian, y eso se expresa en<br />
la situación de especial desventaja que enfrentan las mujeres<br />
indígenas y afrodescendientes en diversos ámbitos, tanto si<br />
se las compara con sus homólogos hombres como con las<br />
mujeres no indígenas ni afrodescendientes.<br />
Unos de los indicadores más elocuentes de ese<br />
entrecruzamiento de desigualdades son las brechas de ingresos<br />
laborales. En el gráfico que se presenta a continuación, se<br />
considera la población ocupada de 15 años y más de ocho países<br />
de América Latina, según tres tramos de años de educación<br />
(cero a tres años, cuatro a siete años y ocho años y más) y se<br />
Recuadro I.1<br />
Desigualdades entrecruzadas: género, raza y etnia<br />
analiza los ingresos laborales medios de cada grupo medidos<br />
en líneas de pobreza. El patrón de desigualdad es claro y sitúa a<br />
los hombres no indígenas ni afrodescendientes en un extremo<br />
de la escala de ingresos y a las mujeres indígenas en el otro,<br />
cualquiera sea el nivel educativo. Entre aquellos que tienen<br />
ocho años y más de estudios, ese primer grupo es seguido, en<br />
ese orden, por los hombres afrodescendientes, las mujeres no<br />
indígenas ni afrodescendientes, las mujeres afrodescendientes,<br />
los hombres indígenas y, por último, las mujeres indígenas. En<br />
los dos tramos inferiores de educación, el patrón es el mismo,<br />
con la diferencia de que los hombres indígenas reciben ingresos<br />
superiores a las mujeres en todos los casos considerados.<br />
América Latina (8 países a ): ingresos laborales mensuales medios de la población indígena,<br />
afrodescendiente y no indígena ni afrodescendiente, según años de escolaridad<br />
y sexo, alrededor de 2011<br />
(En múltiplos de la línea de pobreza de cada país)<br />
7<br />
6<br />
5<br />
4<br />
3<br />
Hombre no indígena<br />
ni afrodescendiente<br />
Hombre<br />
afrodescendiente<br />
Mujer no indígena<br />
ni afrodescendiente<br />
Mujer<br />
afrodescendiente<br />
Hombre indígena<br />
2<br />
Mujer indígena<br />
1<br />
0<br />
0 a 3 4 a 7 8 y más<br />
Años de escolaridad<br />
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).<br />
a Bolivia (Estado Plurinacional de) (2009), Brasil (2011), Chile (2011), Ecuador (2011), México (2010), Paraguay (2011), Perú (2011) y Uruguay (2011).<br />
Ese entrecruzamiento de desigualdades también se<br />
manifiesta en las mayores brechas que existen, en muchos<br />
casos, entre las mujeres no indígenas ni afrodescendientes y<br />
las indígenas y afrodescendientes. Por ejemplo, la probabilidad<br />
de que las mujeres indígenas no perciban ingresos propios es<br />
1,8 veces superior a la de los hombres indígenas, mientras<br />
entre mujeres y hombres no indígenas esa relación es de<br />
1,5 veces.<br />
Desigualdades de género y raza en el Brasil: desocupación e informalidad<br />
El análisis de la evolución de las tasas de desocupación e<br />
informalidad en el Brasil en el período 2004-2013 evidencia<br />
la importancia de considerar las dimensiones de género<br />
y raza en el análisis de las desigualdades en el mercado<br />
de trabajo y la forma en que esas desigualdades se<br />
entrecruzan en el caso de las mujeres afrodescendientes.<br />
La aproximación al tema racial en los censos de población<br />
y las encuestas de hogar de ese país se realiza por medio<br />
de la autoidentificación de las personas, a través de cinco<br />
categorías relacionadas con el color de la piel: blanca, preta,<br />
parda, amarilla e indígena. La suma de las categorías preta<br />
y parda compone la categoría negra o afrodescendiente.<br />
Según la última encuesta nacional de hogares (2013), el<br />
53% de la población brasileña ( 103 millones de personas)<br />
se autodefinía como negra (afrodescendiente).<br />
El período 2004-2013 en el Brasil se caracterizó por<br />
importantes mejorías de los indicadores del mercado de trabajo,<br />
entre ellos, la disminución de las tasas de desocupación e<br />
informalidad, como se puede verificar en los dos gráficos que<br />
se presentan a continuación. La tasa general de desocupación<br />
de las personas de entre 16 y 64 años de edad disminuyó<br />
del 9,0% al 6,5%, y esa disminución fue más acentuada<br />
entre las mujeres (3,3 puntos porcentuales) que entre los<br />
hombres (1,8 puntos porcentuales). Sin embargo, en el final<br />
del período, la tasa de desocupación de las mujeres (8,5%)<br />
era 3,5 puntos porcentuales superior a la de los hombres<br />
(5,0%), la de los afrodescendientes (7,5%) era 2,1 puntos<br />
porcentuales superior a la de los blancos (5,4%) y la de las<br />
mujeres afrodescendientes duplicaba con creces la de los<br />
hombres blancos (respectivamente, 10%, 2% y 4,3%).<br />
Capítulo I<br />
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