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<strong>Desarrollo</strong> <strong>social</strong> <strong>inclusivo</strong>: una nueva generación de políticas para superar la pobreza...<br />
Dada la heterogeneidad productiva de la región, el acceso a un empleo por sí solo no es una garantía para superar<br />
la condición de pobreza o vulnerabilidad 11 . Por lo tanto, se requieren políticas que promuevan el trabajo decente<br />
(véase el recuadro IV.2). Esto incluye, entre otras medidas, implementar políticas macroeconómicas, productivas<br />
y sectoriales favorables a la generación de empleos de calidad, promover la formalización del trabajo y de la<br />
economía informal, fomentar la autonomía económica de las mujeres, ampliar las oportunidades de construcción<br />
de trayectorias de trabajo decente para los jóvenes y desarrollar políticas y regulaciones de conciliación entre trabajo<br />
y familia, avanzar en políticas de valorización del salario mínimo, implementar o fortalecer medidas de protección<br />
al empleo (como los seguros de desempleo), prevenir y erradicar el trabajo infantil y el trabajo forzoso, combatir<br />
todas las formas de discriminación en el empleo y la ocupación, garantizar los derechos de organización sindical y<br />
negociación colectiva, e instituir y fortalecer instancias y procesos de diálogo <strong>social</strong>.<br />
El concepto de trabajo decente fue formalizado por la Organización<br />
Internacional del Trabajo (OIT) en 1999 como una síntesis de su<br />
misión histórica de promover oportunidades para que hombres y<br />
mujeres puedan desarrollar un trabajo productivo y de calidad, en<br />
condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad humanas.<br />
Esa noción expresa el punto de convergencia de cuatro objetivos<br />
estratégicos: la generación de empleos productivos y de calidad,<br />
la promoción de los derechos en el trabajo, la extensión de la<br />
protección <strong>social</strong> y el fortalecimiento del diálogo <strong>social</strong>.<br />
El concepto de trabajo decente integra las dimensiones<br />
cuantitativa y cualitativa del empleo. Propone no solamente<br />
medidas dirigidas a la generación de puestos de trabajo y al<br />
enfrentamiento del desempleo, sino también a la superación de<br />
formas de trabajo que generan ingresos insuficientes para que<br />
los individuos y sus familias superen la pobreza, o que se basan<br />
en actividades insalubres, peligrosas, inseguras o degradantes y,<br />
por ese motivo, contribuyen a la reproducción de la desigualdad<br />
y de la exclusión <strong>social</strong>. Afirma la necesidad de que el empleo<br />
esté asociado a la protección <strong>social</strong> y a la plena observancia de<br />
los derechos en el trabajo, entre ellos los de representación,<br />
asociación, organización sindical y negociación colectiva.<br />
Se trata de un concepto multidimensional, que agrega otras<br />
dimensiones a la noción de empleo de calidad: la de derechos<br />
(todas las personas que viven de su trabajo, o que necesitan un<br />
trabajo para vivir, son sujetos de derecho), la protección <strong>social</strong>,<br />
la voz y representación. Reafirma que hay formas de empleo<br />
y trabajo que son inaceptables y deben ser abolidas, como el<br />
trabajo infantil y todas las formas de trabajo forzoso, obligatorio o<br />
degradante. Señala la necesidad imperiosa de reducir los déficits<br />
de trabajo decente en la economía informal y de avanzar hacia<br />
una progresiva formalización, y define la igualdad de género<br />
como un eje transversal.<br />
En los años que siguieron a la formalización de ese concepto<br />
por parte de la OIT, los gobiernos, las organizaciones sindicales y<br />
las organizaciones de empleadores de los países latinoamericanos<br />
y caribeños fueron asumiendo progresivamente el objetivo de<br />
promoción del trabajo decente como un factor fundamental para<br />
la superación de la pobreza y la desigualdad <strong>social</strong>, el desarrollo<br />
sostenible y el fortalecimiento de la gobernabilidad democrática.<br />
Esa visión se fue plasmando en foros intergubernamentales y<br />
tripartitos del más alto nivel, entre los que se desatacan la XIII,<br />
XIV y XV Conferencia Interamericana de Ministros del Trabajo<br />
(CIMT) realizadas en el ámbito de la Organización de los Estados<br />
Americanos (OEA) con la participación de la OIT (Salvador, Bahia,<br />
Recuadro IV.2<br />
La trayectoria del concepto de trabajo decente<br />
septiembre de 2003; México, D.F., septiembre de 2005; Puerto<br />
España, septiembre de 2007), la Conferencia Regional de Empleo<br />
de MERCOSUR (Buenos Aires, abril de 2004), la Conferencia<br />
Regional Andina sobre el Empleo (Lima, noviembre de 2004),<br />
el Foro Tripartito Subregional para el Empleo de Centroamérica<br />
(Tegucigalpa, junio de 2005), la IV Cumbre de las Américas<br />
(Mar del Plata, noviembre de 2005) y la XVI Reunión Regional<br />
Americana de la OIT (Brasilia, mayo de 2006).<br />
En la Asamblea General de las Naciones Unidas de<br />
septiembre de 2005, el trabajo decente pasa a ser asumido<br />
como un elemento central de las estrategias de disminución de<br />
la pobreza y, por lo tanto, de la consecución de los Objetivos de<br />
<strong>Desarrollo</strong> del Milenio (ODM). En el párrafo 47 del documento<br />
final de la Cumbre Mundial 2005, aprobado por los Jefes y Jefas<br />
de Estado, se establece que los objetivos del empleo pleno y<br />
productivo y del trabajo decente para todos, especialmente para<br />
las mujeres y los jóvenes, pasan a ser definidos como “una meta<br />
fundamental de nuestras políticas nacionales e internacionales<br />
y nuestras estrategias nacionales de desarrollo, incluidas las<br />
estrategias de reducción de la pobreza, como parte de nuestro<br />
esfuerzo por alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio” a .<br />
A partir de ese momento el trabajo decente se convierte<br />
en un compromiso asumido por todo el sistema de las Naciones<br />
Unidas y no solamente por la OIT. En abril de 2006, fue el<br />
tema central de la serie de sesiones de alto nivel del Consejo<br />
Económico y Social de las Naciones Unidas reunido en Nueva<br />
York, que definió la necesidad de que el conjunto del sistema<br />
de las Naciones Unidas realice un esfuerzo para integrar el<br />
trabajo decente a las políticas y programas de desarrollo en el<br />
ámbito internacional.<br />
En junio de 2009, como parte de la respuesta a la crisis<br />
económica internacional, los constituyentes tripartitos de la<br />
OIT, reunidos en Ginebra en la Nonagésima Octava Reunión<br />
de la Conferencia Internacional del Trabajo, aprobaron por<br />
consenso el Pacto Mundial para el Empleo, que consiste en<br />
una respuesta a la crisis internacional a partir de la perspectiva<br />
del trabajo decente. Su objetivo estratégico fue afirmar la<br />
necesidad de que el empleo, los ingresos, la protección <strong>social</strong>,<br />
la sostenibilidad de las empresas y el respeto a los derechos<br />
de los trabajadores y las trabajadoras ocupasen un lugar central<br />
en las respuestas a la crisis y en los procesos de recuperación,<br />
enfatizando la importancia del diálogo <strong>social</strong> entre gobiernos y<br />
organizaciones sindicales y de empleadores para la definición<br />
e implementación de esas políticas.<br />
11<br />
La región cuenta con una alta proporción de trabajadores pobres: un 18,9% en 2013 (datos de CEPALSTAT). Se trata de personas que,<br />
pese a estar insertas en el mercado laboral, no perciben ingresos suficientes para superar la línea de la pobreza.<br />
Capítulo IV<br />
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