Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio
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ella. Después de una luna de miel en Viena y Salzbur-<br />
go, partieron a Inglaterra, donde mi abuelo siguió estu<br />
diando. Estalló la guerra y se vinieron a Chile, buscan<br />
do horizontes mejores. /<br />
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187<br />
Ésa es la versión oficial. Y hay gente que se la cree. Iván Jaeger Mills y Regina Soth Szabó<br />
de Jaeger, impecables y encantadores inmigrantes húngaros, descendientes de la burguesía<br />
educada y hasta ligada a los mecanismos del poder que hacía funcionar eso que en el<br />
colegio nos hacen memorizar como el Imperio Austro-Húngaro.<br />
La verdad es otra. Y la supe por casualidad.<br />
Por casualidad y porque este tema ha conseguido que viva siempre con las antenas paradas.<br />
El antisemitismo, por ejemplo, lo huelo a un kilómetro y, viviendo en Chile, paso con la<br />
nariz ocupada. Sé más del judaismo de lo que debería. Siempre me ha interesado. Deben ser<br />
los genes, la sangre, no lo sé, pero todo lo judío me llama poderosamente la atención.<br />
El tema me obsesiona. Quizás por eso no me resistí a esta loca de la Miriam: más allá de su<br />
calentura, me llamó la atención que me aceptara (aunque fuera por un rato), ya que eso<br />
implica desafiar todas las leyes an-ti-goyim, que son muy severas. Esto lo sé porque lo he<br />
vivido. La Judith, la hija de la tía Loreto, me presentó una vez a una niña de «la colonia»,<br />
de nombre Mijal, que era increíblemente bonita y tenía cualquier plata. Pues bien, nos<br />
empezamos a ver, y a besarnos, y hasta hubo algo más, pero sus padres me prohibieron la<br />
entrada a su feroz departamento y la Mijal, al final, no volvió a llamarme. Después supe<br />
que estaba saliendo con un tipo llamado Robi Silverman. Ahora que sé la verdad, me da<br />
algo de risa y bastante más rabia porque, en este caso, el que sufrió de racismo fui yo.<br />
Y es que, de un tiempo a esta parte, desde que lo supe, así está mi vida: ni aquí ni allá, al<br />
medio y al la-