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Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio

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considera que soy un lastre, que no tengo lo que se necesita para ingresar a su pandilla<br />

acuática. Quizás tenga razón. Pasa que simplemente no trago al Papelucho ni al Rusty<br />

Ratliff. No me interesa estar asociado a ellos. El Rusty, que tiene el pelo rubio y enredado,<br />

entre cafesoso y amarillo, largo y perdido, se jura lo mejor. Es un ídolo. Si hasta el mismo<br />

Alejandro Paz está rendido a sus pies y habla de lo genial y cool que es este tipo, que<br />

siempre anda con una barba de cuatro días, casi transparente, que viene —esto mata al Paz<br />

— del San Fernando Valley de Los Angeles. De un barrio llamado Encino que se supone es<br />

el lugar de los elegidos. Surfeaba en Malibu y en Zuma, cuenta. Pero ahora está en Chile y<br />

cultiva su yanqui-power y la gente le cree. Todas las minas babean por él. Según Cox, ya se<br />

ha tirado a varias. El Papelucho, que alguna vez fue divertido, ha pasado a ser su discípulo,<br />

su brazo derecho.<br />

204<br />

205<br />

El Nacho, por lo que veo, está a punto de caer. Lo sé porque mientras almorzábamos y el<br />

Rusty encendía pito tras pito y hablaba con ese acento que sabe explotar tan bien y se<br />

sacudía el pelo como si fuera el único en la tierra con una melena así, le pegué una mirada<br />

como de complicidad, como diciéndole: «¿Y este huevón de dónde salió, man?». Pero él<br />

desvió la mirada, la esquivó en la más certera y, sin pensarlo dos veces, se unió al gringo en<br />

forma definitiva, o eso me pareció.<br />

Después partimos todos a la playa y estaba ese termo con whisky y Coca-Cola y el olor del<br />

Hawaiian Tropic y el sol que rebotaba en la arena. Nada más, creo. A excepción de la Maite<br />

Daniels, claro, que estuvo bastante rara. Rara e intrusa, ansiosa, y con esa típica carga de<br />

energía enervante que expelen las minas cuando desean algo con un tipo y no toleran la<br />

posibilidad de que la cuestión no sea recíproca, que el huevón no las pesque, no le interese.<br />

Ni para culear.<br />

He perdido la paciencia, veo. Casi todos los pasajeros del bus duermen. Dentro de un rato<br />

estaré de vuelta en Santiago. Por la mañana volveré a clases, al uniforme, a los cuadernos.<br />

A Tercero Medio. Cambio de tema. Vuelta a la playa: Salí del mar helado como un<br />

ventisquero y unas nubes traidoras se dedicaron a tapar el sol. Tuve que correr un rato por

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