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Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio

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—Mejor que lo que han estado dando acá. Lo único que ha salvado fue ésa del gigoló que vimos.<br />

¿Viste algo allá?<br />

—Una huevada medio porno. En un cine cerca del hotel. Fuimos casi todos. Idea del Lerner. Eran<br />

varios cuentos eróticos, onda esas películas del Alessandri o del Monaco pero más al chancho. Con<br />

todo. El mejor era el de un huevón que se enamora de una sandía y termina culeándosela, man. Lo<br />

más increíble era que se veía cómo sucedía todo. El lente de la cámara entraba y salía de la sandía.<br />

Y la sandía muda.<br />

—La ondita.<br />

—En Brasil, loco, cualquier cosa. El Patán y Lerner vieron después una peor. Yo no fui porque<br />

andaba con una minita que conocí. Fue una cosa increíble, con tut-ti, man. Pero fue mucho más<br />

que eso. Fue como perfecto. Se llamaba Cassia.<br />

—¿Brasileña?<br />

—Por supuesto. De Brasilia. Tendrías que haberla conocido. Te hubieras enamorado al tiro de ella.<br />

—Y medio lío que se hubiera armado, ¿no? —me responde un poco en la irónica y parte al bar,<br />

como si lo que le estoy contando le diera absolutamente lo mismo. Pero lo más probable es que<br />

sea todo lo contrario. Así que decido callar. Y lo sigo hasta el bar.<br />

La fiesta está ahí no más. El Julián Longhi mete y saca cassettes del deck, la Pelusa<br />

Echegoyen sigue preparando tragos como si la huevona fuera el famoso Alejandro Paz de<br />

Chile. En el bar, el Nacho inicia el ataque. El huevón se tiene algo guardado, lo sé. Desde el<br />

momento en que lo vi, lo caché distinto. Envidia, por ahí va el sentimiento. En realidad, no<br />

lo culpo. Yo hubiera reventado de celos. Eso de que todos mis amigos partieran en el viaje<br />

que debí haber hecho es como mu-<br />

cho, como para cagar y traumar a cualquiera y crear un vacío dentro de uno que puede<br />

durar siglos. Claro, en la fiesta, como buena fiesta santiaguina, hay varios huevones de mi<br />

curso y el otro, que no paran de hablar de Paquetá y Leblon y Sao Conrado y esa mole que<br />

es el Shopping Rio Sul, donde los muy huevones compraron los mismos Fiorucci, las<br />

mismas zapatillas Adidas Roma, que esta noche andan luciendo. Y el Nacho emputecido,<br />

en otra, no quiere escuchar lo fabuloso, lo increíble, lo impecable que lo pasamos. <strong>Mala</strong><br />

onda su situación. Bomb.<br />

—¿Quieres otro trago? —me dice.<br />

—Bueno, ya.

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