Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio
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creo, porque lo que hay entre ella y yo es mucho más 1 que lo que suele haber entre<br />
profesora y alumno. Y mu- *' cho menos que lo que se genera entre dos amantes.<br />
Pero la edad no es nuestra única diferencia, claro. A veces siento que ella ha vivido más en<br />
un día que yo en diecisiete años. La Flora ha viajado sin plata por el mundo entero y ha<br />
conocido cantidad de gente famosa, especialmente escritores e intelectuales que ella<br />
idolatra.<br />
—He coqueteado con cuanta lesbiana existencialis-ta y octogenaria existe en París —recuerdo que<br />
me dijo una vez en el Kafé Ulm, donde me invitó a escuchar un recital de Capri, que interpretó<br />
temas de los Quila, los Inti, los Jaivas y el resto de la aristocracia comunista.<br />
También ha estado con Borges, el de Emma Zunz, un cuento que una vez nos hizo analizar<br />
desde la perspectiva femenina y que le permitió a la Luisa Velásquez sacarse un siete por<br />
encontrarlo «psicológicamente poco viable». Según la Flora, Borges es un genio pero no<br />
sabe nada de sexo; por lo tanto, todo lo que dice cae en el vacío. Tampoco sabe de política.<br />
Ella misma se lo dijo, en su cara. Fue en Buenos Aires. Lo atacó por haber aceptado una<br />
condecoración de Pinochet. Esta anécdota la contó a comienzos del año pasado. Y dio pie a<br />
un pequeño escándalo, ya que fue la primera vez que todos nosotros escuchábamos hablar<br />
de política en forma pública. Nunca antes un profesor había siquiera insinuado que no<br />
estuviera de acuerdo con el gobierno. A mí, sus opiniones me parecieron gratuitas y fuera<br />
de tiesto. Y se lo dije:<br />
—Yo creo que Borges aceptó el premio porque era Chile el que se lo daba. El Presidente es<br />
solo un símbolo. Nos representa a todos.<br />
—Mira, Vicuña, una cosa es ser ciego y otra huevón.<br />
El curso enmudeció. Yo también. Después de la clase, me dijo que deseaba conversar<br />
conmigo. Me llevó a una pizzería malacatosa, por la calle República, donde me habló<br />
durante tres horas de libros, intelectuales, política, derechos humanos y sexo. En ese orden.<br />
Después me fue a dejar a mi casa en su Fiat 600. Mi edificio la dejó medio atónita y no se