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Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio

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—Veo que has escuchado el disco. Eso me gusta:<br />

que hagas tus tareas. Eres un buen chico. Podrías, eso sí, dejarte crecer el pelo un poco: no<br />

tienes pinta de crítico de rock sino de ópera. Eso puede ser muy peligroso. Cuidado.<br />

—Estábamos en lo de la salvación... —Sí... Yo creo que uno, a la larga, se puede salvar. Es a lo que<br />

debemos aspirar. Yo no ando buscando ni la felicidad ni el amor ni la fama. Ando buscando la<br />

salvación. Confío en poder lograrla. Claro que para ser creyente hay que estar dispuesto a<br />

sacrificarse. Si me salvo, todo vendrá después por añadidura. Ojalá. —¿Salvarte de qué?<br />

—Eso es problema mío, pero cada uno sabe de qué se tiene que salvar. No todos quieren hacerlo,<br />

claro. Y esto no tiene nada que ver con el lado oscuro o con cruzar fronteras o las drogas ni<br />

estupideces por el estilo. Eso me carga del rock and roll: todo el mundo cree que es un asunto de<br />

drogas y sexo. No es sobre eso. Eso solo<br />

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ayuda, entretiene. Por eso me gusta la música disco: asume su fatalidad. No buscan, ni por<br />

un segundo, salvarse. Están perdidos y bailan mientras pueden. Yo soy más pretencioso,<br />

aún creo que existen otras cosas. —Hablemos del amor...<br />

—Habla tú. A ver si me enseñas algo nuevo. Yo poco sé del tema, porque cada día me doy cuenta<br />

de que sé menos de mí. En la medida en que aprenda más de mí mismo, podré involucrarme con<br />

otra gente. Estoy aburrido de que me amen y no ser capaz de responder. Esto de ser más o menos<br />

famoso tampoco ayuda. A veces siento que todo el mundo, especialmente las minas, solo quieren'<br />

un pedazo de mí. Como que todo el mundo opina y me andan repartiendo, pero yo nunca puedo<br />

opinar. Estuve cuatro meses escondido en una isla llamada Foula, lejos de la costa de Escocia, que,<br />

no por casualidad, es llamada «la orilla del mundo». Ahí me di cuenta de que, quizás, no sé nada,<br />

pero sí sé que estoy aburrido de cumplir un determinado papel, de ser el reflejo de lo que cada<br />

uno quiere. Dejaría de grabar, de componer, pero eso sería darles el triunfo a los demás. La clave,<br />

creo, es imponer reglas propias. Imponer, por así decirlo, la verdad. Lo que es imposible porque la<br />

única verdad real, la única que me interesa y me sirve, es la que hace daño. A mí, claro, pero al<br />

resto también. Si se consigue todo esto, el suicidio se cierra como posibilidad.<br />

—¿Hay redención, entonces? —Me gustaría pensar que sí. Pero para eso tiene que haber fe. Y eso<br />

implica confianza. Y buena música. Lo que en estos días es casi un milagro.<br />

—Hablando de fe y confianza, ¿crees, por ejemplo, que el Coyote efectivamente se puede<br />

comer al Correcaminos, como titulaste tu segundo álbum?<br />

—Supongo. Sería increíble. Eso es lo que espero. Va a correr sangre, claro, pero ya era hora, ¿no?

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