15.05.2013 Views

Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio

Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio

Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

voy a molestar ni a hacerte sentir mal. Lo que pasó, pasó, ¿entiendes? No quiero seguir con<br />

eso. Solamente quería verte. Te he echado de menos. Me preguntaba dónde estarías.<br />

Yo lo miré de reojo y no sé qué cara habré puesto,<br />

pero debe haber reflejado algo, porque en seguida me<br />

dijo:<br />

—Tú no me crees, ¿no? Realmente no crees que pueda sentir algo por ti.<br />

—Lo de anoche fue un error. —No fue un error. Y lo sabes. Pero no estoy hablando de eso. Ya he<br />

analizado suficientemente lo que pasó ayer, ¿ves? Lo que yo quiero decirte... lo que quiero<br />

expresarte es... Matías, mírame cuando te hablo: ya es bastante difícil para mí decirte todo esto,<br />

no me lo hagas más complicado...<br />

Entonces lo miré; pero, más acá de mis ojos, igual me escondí. Me guardé. Y empecé a<br />

tiritar. —Te escucho.<br />

—No seas cruel, Matías. Ya sé que tal vez no soy un buen padre... Tal vez no soy nada... Sé<br />

perfectamente que me miras hacia abajo, que no me toleras, pero eso tiene solución, espero. Lo<br />

que no soporto, lo que ya no tolero, es que tú asumas mi rol. Eso sí que cuesta, eso sí que me hace<br />

mal, ¿ves? Si lo único que quiero es hablarte de tú a tú...<br />

Yo no sabía qué decir. Ni qué pensar. Solo me dejé ir, porque eso de que su voz se cortara y<br />

sus ojos se llenaran de lágrimas me mató. Me hizo sentir chico.<br />

Así que lo abracé. Lo abracé sin culpa, sin pánico, en buena.<br />

—Viste, no es tan tremendo.<br />

—No lo tengo claro —le dije secándome los ojos, intentando rearmarme—. Tú sabes, estas cosas<br />

no me gustan.<br />

—Si sé. A mí tampoco, compadre.<br />

Caminamos tres o cuatro cuadras en silencio, un silencio natural, nada forzado, no ese<br />

silencio ruidoso que oculta, que tapa y ahoga. Cuando volvió a hablar, era ya otro hombre.<br />

Era, de alguna manera, el de siempre. Dentro de lo posible, claro: porque era obvio que<br />

nunca más volvería a ser el mismo. Ni yo.<br />

—Salgamos de farra —me dijo en plena Plaza Italia—. Yo igual no tengo que volver a la casa esta<br />

noche. Tu madre me lo pidió. Fue un acuerdo. Pienso alojarme en un hotel.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!