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Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio

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De repente, en medio de Belushi y Electric Light Orchestra, me percato de que estoy<br />

bastante en buena con McClure y que no es tan, tan despreciable como y0 quiero que sea.<br />

Es más: cualquiera que nos viera diría que somos lo yunta. Y no estarían tan errados, creo.<br />

Es más que simpático, es como fácil estar con él (mil veces más que juntarse con el Nacho,<br />

eso está claro). Como que no molesta a nadie. Excepto a mí, obvio. De ahí la contradicción<br />

de sábado por la mañana. Antes éramos más amigos, íbamos al cine, nos intercambiábamos<br />

resúmenes de Ciencias Sociales o fórmulas de Química, nos dejábamos caer de<br />

paracaidistas en las fiestas. Eso fue antes de lo de la Antonia, claro. O mejor dicho, desde<br />

que la Antonia se fijó en él, porque Gonzalo —como todo el mundo— se había fijado<br />

siempre en la Antonia. El tipo es humano, no es su culpa. Pero eso no lo redime. Lo odio<br />

igual y algún día tendrá que pagar. Dudo que se acuesten, eso sí. Eso está más que claro y<br />

es un gran alivio, lo reconozco. Tampoco enganchan en esto de los discos. Ella anda con él<br />

para sacarme celos, concluyo.<br />

—¿Los compro o no? —me interrumpe.<br />

—Si tienes la plata, seguro.<br />

Decide llevar The Blues Brothers, la banda sonora de Gigoló americano (incluye Cali Me)<br />

e In Through the Out Door, ya que aspira a tener todos los discos de Led Zeppelin, opción<br />

que me parece más que válida. Viendo todos esos discos brillantes bajo sus envoltorios de<br />

celofán, reconozco un cierto estado de ansiedad —¿o de enojo?— y decido llevarme algo<br />

para no ser menos. Sin pensarlo dos veces, compro el de Christopher Cross para la Antonia<br />

(a McClure le digo que es para mi hermana) y Breakfast in America. El Nacho una vez me<br />

dijo que era el mejor título de la historia y que<br />

SupertramP nunca ^a a poder superar un álbum como ése. También compro la otra copia<br />

que queda de The Blues Brothers como parche-antes-de-la-herida: si IvlcClure sigue viendo<br />

a la Antonia (y todo indica que quizás sea así), dudo con toda el alma que me invite a Su<br />

casa a escucharlo.<br />

Salimos de Circus. A cada segundo hace más calor y el ánimo es como de Fiesta de la<br />

Primavera, antes de que la suspendieran porque a todo el mundo le daba por tirarse huevos<br />

y bolsas de agua con harina.<br />

—Tengo que cortarme el pelo —me dice McClu-re—. ¿Me acompañas?<br />

Acepto y decido incluso cortarme el pelo de nuevo, porque el corte surfista no es para el<br />

colegio y no quiero que la inspectora me amoneste. Nos vamos caminando rumbo a Yamil.<br />

Tranquilos, cero apuro. Cruzamos entre las cientos de minas apostadas frente al Drugstore<br />

y al Pumper, pero yo estoy en otra:<br />

—¿Qué hiciste anoche? —le pregunto en la más inocente.<br />

—Fui al cine. Una película muy mala. Y cartucha. Sobre una campeona de patinaje en el hielo que<br />

queda ciega pero igual sale adelante. Copia exacta de Una ventana al cielo.<br />

—¿Fuiste solo?

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