Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio
Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio
Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
caso. Es mejor ignorarlo. O quizás debería encajarle un buen gancho de izquierda, dejarlo<br />
aturdido y lona y encerrarlo un par de días en el ascensor, como castigo. A ver si así<br />
aprende.<br />
Ya en su auto, el Volvo que tanto quiere, pone un cassette de K.C. and the Sunshine Band<br />
—sus gustos son realmente deplorables— y canta a todo volumen con su spanglish criollo.<br />
Del estacionamiento sale rajado y pica cada vez que puede, echándoles carrera a los demás.<br />
En un semáforo nos paramos junto a un Dat-sun naranja con dos rubias en su interior, que<br />
le echan miraditas al viejo, y sonrisitas, y todo ese hueveo. Mi padre se pone todo sexy y<br />
matador, mirando de reojo a las minas, encendiendo un pucho como si estuviera en un<br />
comercial de Viceroy. Así seguimos, a toda velocidad, escapando de quién sabe qué,<br />
pelando forros, haciendo ruido por cuadras y cuadras. El Datsun nos sigue de cerca. La<br />
conductora es realmente de miedo, parece una de esas argentinas que veranean en Viña,<br />
predecible pero cumplidora, con una camiseta vieja y shorts que seguro se le meten.<br />
—A ver, cabrito, ¿qué te parecen? Tú con la del lado y yo con la zorra que maneja. El que se la tira<br />
primero, gana. En la próxima luz, ofréceles unos puchos.<br />
Mi padre siempre me trata de «cabrito». Me hincha las pelotas con eso de «cabrito». Su<br />
obsesión es ligar en la calle. Dispara de chincol a jote. Lleva a todas las que le hacen dedo,<br />
intenta agarrar donde y como pueda. Y siempre trata de embarcarme en affairs que ni me<br />
interesan.<br />
—¿Cómo te verías? Podríamos arrendar la suite cavernícola del Valdivia para los cuatro. A ver<br />
quién se va cortado primero.<br />
—No sueñes. Tenemos el cóctel, la fiesta...<br />
En el semáforo, bajo la ventana y les ofrezco unos cigarrillos. Las huevonas se quedan con<br />
la cajetilla.<br />
—¿Son hermanos? —me pregunta la que maneja antes de acelerar y desaparecer.<br />
Mi padre queda feliz. El triunfador, una vez más, ha triunfado. En Luis Pasteur vira hacia<br />
arriba y partimos a todo dar.<br />
—Para otra vez será, cabrito. Uno de estos días tu padre te va a conseguir una cacha que jamás<br />
olvidarás —dice y me revuelve todo el pelo.<br />
Avanzamos unas cuadras más. Intento distanciarme mentalmente lo más lejos posible de él.<br />
De pronto, casi como un comentario al margen, me dice:<br />
—Putas que te quiero, cabrito.<br />
Ni siquiera me mira. Sigue manejando. No sé qué hacer.<br />
Me pongo tenso, siento nauseas. No soy bueno para este tipo de cosas. Menos cuando no