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Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio

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sacerdote pálido y sereno, con un hoyito en el lóbulo que ya se le cerró, a este tipo que<br />

nadie sabe qué hace aquí, bajo esa cruz imponente que lo acerca y lo aleja de nosotros.<br />

El llanto de Felipe, que se retuerce en mis brazos, me saca de ese estado extrañamente<br />

teológico y molesto. El bautizo ha transcurrido sin que me diera cuenta. La Pilar me quita a<br />

Felipe y me siento, por un instante al menos, perdido. Hasta que este cura decide mirarme<br />

fijo y, no sé por qué, me hace la señal de la cruz y me bendice.<br />

Aún es temprano, falta un rato para que aparezcan el Cox y compañía. Ahora estamos en la<br />

nave central, que no es muy bonita, ni siquiera hay un Cristo, tan<br />

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solo una Virgen y unos dibujos horrorosos, obra de algún estudiantillo de arte que seguro<br />

era pariente del que construyó la iglesia.<br />

La misa de once está en lo mejor: la gente reza y recita oraciones que se sabe de memoria,<br />

se persigna y canta. Pienso en el sol y el brillo del exterior, pero no puedo abandonar el<br />

recinto así como así. El cura de hace un momento, el que antes usaba aro, ya no está. Se lo<br />

echa de menos, porque el compadre que está ahora ahí enfrente no se ve muy convencido<br />

del asunto, parece más bien un inspector de colegio reprimido ganándose unos pesos extras.<br />

Pero en la homilía, en lo que habló, agarró algo más de fuerza, cuando insinuó eso de que el<br />

país vive un momento crucial, que Dios solo desea lo mejor para todos, que ojalá la<br />

próxima semana no debamos lamentar la pérdida del orden establecido.<br />

Estoy sentado al final, cerca de la puerta, con mi bolso Adidas apoyado en esa plancha de<br />

madera que nunca he sabido cómo se llama, donde la gente acostumbra a poner sus rodillas<br />

cuando la culpa es demasiado grande. Desde este lugar, la vista es privilegiada. Y lo que<br />

veo me interesa.<br />

Ahí están, todos apiñados, escuchando absortos a este cura de verdad y no a «ese alumno en<br />

práctica que nos pusieron», como dijo mi madre, quien dependiendo del período se pone<br />

más, o menos, religiosa. O católica, mejor dicho. Lo extraño de todo este asunto, eso de ver<br />

a mi madre orando y diciendo frases como «escúchanos, Señor, te rogamos», es que, mal

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