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Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio

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algo de culpa y bastante malestar por lo que estoy haciendo: drogándome a esta hora<br />

demencial para tener fuerzas. Para seguir adelante.<br />

Dejo el tarro vacío sobre la mesa. Por la cortina amarilla se cuela un montón de luz. El tarro<br />

brilla. Tiempo atrás, antes de todo esto, antes de las cápsulas verde-con-blanco, antes del<br />

Calorub y el vodka, del Re-gine's y el Juancho's, mi madre hacía postres con leche<br />

evaporada. Era su mejor regalo durante la época de Allende: bavarois, rojos o anaranjados,<br />

incluso verdes; espumosos, más concentrados en la parte de abajo, siempre perfectos. En<br />

esos días la jalea era más fácil de conseguir que la leche evaporada, me acuerdo. Mi madre<br />

me mandaba de la mano de la Fresia, una vieja empleada mapuche, a hacer la cola en el<br />

Almac, que estaba cerca de la casa donde vivíamos. «No peleen con los upelientos», nos<br />

decía. No siempre lo conseguíamos, claro. Una vez alguien le dio el dato de un almacén<br />

con tarros de sobra; nos subió a la Francisca y a mí al auto —un Fiat 125 azul marino— y<br />

partimos a un barrio antiguo, quizás por Avenida Matta. Mi madre compró dos cajas de<br />

leche evaporada a un precio exorbitante, el del mercado negro, pero nos dijo que no<br />

importaba, que valía la pena, que ella no iba a tolerar que solo comiéramos chancho chino,<br />

que los comunistas podían destruir muchas cosas, dejarnos en el desabastecimiento más<br />

absoluto, pero no le iban a quitar el placer de prepararles a sus hijos unos bavarois como la<br />

gente.<br />

A través de la puerta que da al comedor veo a mi padre en el sofá, leyendo el Cuerpo B de<br />

El Mercurio, revisando si tal o cual aviso económico salió publicado<br />

178<br />

179<br />

o no. La Carmen sigue cocinando: mi madre ya casi no entra a la cocina.<br />

—¿Quieres huevos o panqueques?<br />

—Nada. Todo me da asco. Quizás un té. Pero con limón.<br />

—Me hacen hacer panqueques los muy conchudos y después no se los comen. Tu padre dice que

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