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Alberto Fuguet - Mala Onda.pdf - Colegio

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Flora Montenegro nos hizo leer? Bueno, el libro es una pata de jaiba al lado de lo que pasa<br />

en la Escuela Naval. Es una mierda, me carga, ya no la aguanto. Estoy cagado de miedo.<br />

Hay algo raro, no sé».<br />

Finalmente se atrevió y abandonó la Escuela. Su<br />

viejo no lo recibió de vuelta en la casa. Ahora es su madre la que le paga el colegio y le<br />

pasa plata. Pero no se puede conseguir tanta y no tuvo para pagarle el viaje a Rio. Y aunque<br />

la hubiera tenido, el muy conchudo de su viejo le hubiera negado el permiso notarial para<br />

salir del país. Realmente lo odia. Lo ha tildado de todo: cobarde, traidor, comunista. Los<br />

padres pueden ser así: son una carga que uno no sabe cómo cargar. El Nacho vive ahora<br />

con su hermana mayor, de allegado. Medio cagado pero sobrevive. Y el pelo ya le creció.<br />

Mi madre, no sé cómo lo hace, se maquilla sin mirarse al espejo mientras recorre el Apartamento<br />

envuelta en un caftán mostaza, con una mano en el teletono y k otra en el rouge color vino. Habla<br />

a»-n^ na, que es su hermana, se supone que es mi madnnay la madre de esos primos míos. A cada<br />

rato mi madre entra en mi pieza, la mira de arriba a abajo y me habla, i aprovechando que mi tía<br />

Lorena estará dándole órde-J nes a la banquetera:<br />

—Ya puh, Matías, apúrate.<br />

—Por favor no me hinches, madre.<br />

—No te hagas el interesante. Vas a ir y punto.<br />

—No me queda claro.<br />

—Matías, no me huevees. Estoy atrasadísima, me veo pésimo y tu padre seguro que va a llegar<br />

tarde. Hazme el favor y anda.<br />

Miro el techo pero no encuentro nada de interés, así que me tapo con la almohada. Pienso:<br />

la sola idea de juntarme con mi familia y la parentela hace que la palabra depresión quede<br />

corta. Me dan ganas de hurgar en la naranjísima libreta de teléfonos de mi vieja y buscar en<br />

la lista de emergencia a alguno de los varios psicólogos que han asistido a mis hermanas.<br />

Me reprimo.<br />

Estoy cagado: no debí haber vuelto. Esa es mi conclusión final. Apenas un día acá y ya no<br />

lo aguanto. Debí haber tomado fotos, pienso. Ahora me arrepiento de no haberlo hecho.<br />

Para llevar la contra, escondí la máquina al fondo de la maleta. «Lo que no guardo en mi<br />

memoria, no me interesa conservarlo», fue mi frase para el bronce. Ojalá que la Rosita<br />

Barros haya revelado sus varios millones de rollos. Sé que me tomó una con la Cassia a la<br />

entrada del hotel, a petición mía. Y otra con la Antonia en el aeropuerto de Buenos Aires, a<br />

la ida.<br />

¿Qué será de la Antonia? <strong>Mala</strong> jugada. Debe estar sola en su casa. Seguro que esta noche<br />

no va a salir. Espero que el huevón del Gonzalo McClure siga hoy tan cobarde como<br />

siempre. El tipo se destroza si la Antonia

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