14.05.2013 Views

Documento - GutenScape.com

Documento - GutenScape.com

Documento - GutenScape.com

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Yo ando siempre dándole consejos a Ignatius. Siempre estoy<br />

procurando ayudarle, sabe.<br />

—Estoy seguro de que es usted una buena mamá. Les he visto a usted y<br />

al muchacho muchísimas veces por el centro, y siempre me pareció que era un<br />

muchachote muy majo de aspecto. Destaca mucho, sabe.<br />

—Procuro ayudarle y velar por él, sí, señor. Le digo: «Ten cuidado,<br />

hijo. Mira lo que haces no vayas a resbalar y a abrirte la cabeza o a fracturarte<br />

un brazo» —la señora Reilly chupó un poco los cubitos de hielo—. Ignatius<br />

aprendió seguridad en mis rodillas. Es algo que siempre me ha agradecido.<br />

—Un buen adiestramiento, créame.<br />

—Yo le digo siempre a Ignatius, siempre le digo: «Ten mucho cuidado<br />

al cruzar la calle, hijito.»<br />

—Hay que andar con cuidado con el tráfico, Irene. Supongo que no le<br />

importa que la llame por el nombre, ¿verdad?<br />

—Claro que no, por Dios.<br />

—Irene es un nombre muy bonito.<br />

—¿Usted cree? Ignatius dice que no le gusta —la señora Reilly se<br />

santiguó y terminó el vaso. —Llevo una vida muy dura, señor Robichaux. No<br />

me importa decírselo.<br />

—Llámeme Claude.<br />

—Dios es testigo. Tengo que arrastrar una horrible cruz. ¿Quiere usted<br />

beber algo?<br />

—Sí, gracias. Pero que no sea muy fuerte. Yo no soy bebedor.<br />

—Oh, Señor —gimoteó la señora Reilly, llenando dos vasos hasta el<br />

borde de whisky—. Cuando pienso lo que tengo que sobrellevar. Hay veces<br />

que me pondría a llorar y no acabaría nunca.<br />

Y. tras esto, la señora Reilly rompió a llorar estrepitosamente.<br />

—Por Dios, no llore usted —suplicó el señor Robichaux, muy turbado<br />

por el giro trágico que parecía tomar la velada.<br />

—Tengo que hacer algo. Tengo que llamar a las autoridades para que se<br />

lleven a ese chico —la señora Reilly sollozó; luego hizo una pausa para tomar<br />

un trago de Early Times—. Quizá le metan en un reformatorio o algo así.<br />

—¿Pero no tiene treinta años?<br />

—Áy, Señor, qué disgusto.<br />

—¿No está escribiendo algo?<br />

—Tonterías que nadie querrá leer nunca. Ahora él y esa Myrna se<br />

escriben insultos. Ignatius me dice que va a destrozar a esa chica. ¿Verdad que<br />

es espantoso? Pobre Myrna<br />

El señor Robichaux, <strong>com</strong>o no se le ocurría nada que decir, preguntó:<br />

—¿Por qué no busca un sacerdote que vaya a hablar con su hijo?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!