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ejército, y quizás intente arrancarle nuestros secretos mediante tortura a algún<br />

miembro leal del partido. Estos militares fanáticos son capaces de hacer<br />

cualquier cosa Podría ser incluso un agente extranjero.<br />

—¡Oh, qué divertido! —gorjeó Dorian.<br />

Ignatius y él avanzaron hacia el patio. Había alguien que pedía auxilio<br />

en la zona de los esclavos. La puerta de la zona de los esclavos estaba<br />

ligeramente entornada, pero Ignatius se lanzó contra ella a pesar de todo,<br />

haciendo añicos varios paños de cristal.<br />

—¡Oh, Dios mío! —gritó al ver lo que había ante él—. ¡Han atacado!<br />

Contempló al marinerito encadenado a la pared, con grilletes. Era<br />

Timmy.<br />

.—¿Has visto lo que has hecho en mi puerta? —gritaba Dorian detrás de<br />

Ignatius.<br />

—Tenemos al enemigo entre nosotros —dijo Ignatius, enloquecido—.<br />

¿Quién hablaría? Dímelo. Alguien está traicionándonos.<br />

—Oh, sacadme de aquí —suplicó el marinerito—. Esto está oscurísimo.<br />

—Eres un tontucio —escupió Dorian al marinero—. ¿Quién te<br />

encadenó?<br />

—Fue ese terrible Billy, con Raoul. Son horrorosos esos dos. Me<br />

trajeron aquí para enseñarme cómo habías decorado la zona de los esclavos, y<br />

cuando me di cuenta me habían puesto estas cadenas sucias y se largaron otra<br />

vez a la fiesta.<br />

El marinerito hizo repiquetear sus cadenas<br />

—Es que acabo de reformar esta parte —dijo Dorian a Ignatius—. Oh,<br />

mi puerta.<br />

—¿Dónde están esos agentes? —exigió Ignatius, empuñando el sable y<br />

blandiéndolo—. Tenemos que apresarles antes de que salgan del edificio.<br />

—Soltadme, por favor. No puedo soportar la oscuridad.<br />

—La culpa de que esta puerta esté rota es tuya —siseó Dorian al<br />

perturbado marinero—. Por ponerte a jugar con esos dos golfos de arriba.<br />

—La puerta la rompió él.<br />

—¿Qué puedes esperar de él? Basta con mirarle.<br />

—¿Están ustedes dos, invertidos, hablando de mí? —preguntó Ignatius<br />

furioso—. Si vas a alterarte tanto por una puerta, dudo muy seriamente que<br />

sobrevivas mucho tiempo en el mundo diabólico de la política.<br />

—Oh, sacadme de aquí Si tengo que seguir mucho más con estas<br />

asquerosas cadenas, me pondré a gritar.<br />

—Oh, cállate, Nellie —replicó Dorian, abofeteando las rosadas mejillas<br />

de Timmy—. Sal de mi casa y vuelve a la calle, que es tu sitio.<br />

—¡Oh! —gritó el marinero—. Cómo puedes decirme esas cosas tan

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