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es tan espantosa por su nombre, como
por sus efectos. IVo es en el fondo mas
que una conveniencia natural del gobierno
y se verá cuanto antes,
que las mácsimas que distinguen á muchos
de nuestros Estados monárquicos
de.este despotismo, no SjDn tan rigorosas
como algunos creen. Feliz es el príncipe,
que manda á súbditos libres. D ichosa
la nación, en cuyo reino no se
gobierna todo por el absoluto capricho
de un hombre solo. Feliz el pais, en
donde las leyes fundamentales establecen,
como en Francia, que todo hombre
es libre desde que pone los pies
en su recinto.
Servidumbre.
L a servidumbre, cuyo uso estamos
viendo aun en Polonia , en Bohemia,
en algunos parages de Alem ania, D inamarca
, etc. es muy düerente de
una esclavitud rigorosa, y absoluta.
Este es uii estado medio entre la es­