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halla siempre contrabalanceado por el
que tiene otro. Cada tribunal, cada se-|
nador , es responsable á los demás, y á |
la república ea g-eneral, de su conduc-1
ta; la libertad, prenda preciosísima, es¡
mas grande ; ¿ pero no se ha visto también
, que los pueblos republicanos se
han creado otros tantos tiranos , como
magistrados ? ¿ Las turbulencias do-í
mésticas, las guerras civiles que pueden
sobrevenir en las grandes repúbli- '
cas, no son males bien crueles? ¿Lasi
que son medianamente formidables , |
no están en un riesgo continuo de verse
sujetadas por el primer conquistador
que lo intente ?
En las democracias es seguramente
una satisfacción grande para cada ciu-i
dadano el concurrir, en algún modo,¡
al gobierno del Estado, y disfrutar lasj
ventajas de una libertad bastante es- !
tensa ¿ pero esta libertad que tan ma-
logradamente se pierde no degenera
fácilmente en libertinage ? ¿Las deci- ■
siones de la multitud son acaso siem- I