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del jurado. Sin embargo cuando se es-
perimenta lo que la habitud de tener
acusados á la vista destruye en la ma*
yor parte de los hombres la porcion de
sensibilidad que es preciso conservar
para pronunciar con tino y sabiduría
sobre el honor y la vida de los ciudadanos;
cuando se piensa que es preferible
que se escapen del rigor de las
leyes algunos culpables al esponer un
solo Inocente al deshonor o á la muerte
por fin cuando se reilecsiona sobre la
prevención que regularmente acompaña
á lus jueces que ejercen constantemente
las mismas funciones: es Imposible
que no se mire la Instrucción de
los procesos criminales por jurados como
una de las garantías que aseguran
mas la libertad pública é individual, n
Del gobierno municipal.
L a libertad, esta divinidad tutelar
de los pueblos , no ha sido por mucho
tiempo sino una palabra vaga é iosig-