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n la infainp y criminal venta. Doltc dejarse
|)or oslo al gobierno cspedila su
acción en sus atribuciones, pero 8Ín
pretender su jetar todas las operaciones
de la vida civil á rejjlamentos y
mandatos de autoridades, dejando
siempre en lii)ertad al interés personal,
que es el agiente mas poderoso pava dirigir
tos esfuerzos de los individuos:
debe dejarse el gobierno económico
de las provincias á carj^o de personas
elcj^idas libremente por los pueblos de
su distrito.
« Es cierto, dice L/epajye, que estos
funcionarios deben obrar siempre con
unidad de intención, lo que no ten-
drian luji^ar sino si^^uiesen el impulso
dado por el poder ejecutivo, pero la
acción debe modificarse por medio de
un conocimiento eesactode los lu^pres
y de las personas. I\'i provincia alguna
conse];:uiria el saludable efecto de
esta institución, si sus habitantes no
depositaran una entera confianza en
las personas que la dirigen, y con