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legislador puede compararse á un jardinero
que hace tomar diferentes figuras
al árbol que corta á su gusto : si
con sus operaciones secunda cl jnego
nutricio, su trabajo es útil^ pero si
impide su libre circulación, su trabajo
es perdido: sí quiere cambiar su fruto
, debe consultar la naturaleza dcl
árbol y del ingerto: si los jugos no
pueden consolidarse ó por sus calidades
elementales, ó por la fuerza del
uno y lentitud del otro , los frutos se*
rán débiles, y perecerá el árbol con cl
fruto.
Si la legislación retlecsionára bien
sobre este método y lo siguiese, se
adaptarla al carácter natural, y el lium>
bre la obedeciera con gusto. De esti
manera las leyes mirarían solo el bien
del Estado y de los ciudadanos , y no
serian mas, fuesen políticas ó civiles,
que la ematiacion de aquella razón so-
herana, que, como dice Cicerón, ee-
siste independiente de los tiempos, que
debe servir de qiiia al legislador^ quien