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á sostener lo contrario. A pesar de la
0|>iniou de innclios hombres célebres, y
hábiles vivimos persuadidos de que es
un medio seguro de hacer de un pais el
teatro de la industria, el de prohibir la
salida de aquellos géneros, que pueden
servir de alimento á nuestras propias
fábricas, particularmente si los pose-
yemos esclusivamentc , si nuestras lanas,
nuestras sedas, y nuestro lino son
de uua calidad única, y si el labrador
por la liaja ilcl precio consecuente á
esla prohibición no se desquita de suerte,
que abandone cnterainente el cultivo
de esta producción. Vamos á es-
plicarnos mas claramente. E l propic-
tíirio de los bienes rurales mantendrá
siempre ganado, aun en cl caso de
disminuirse un poco el precio de las
lanas, porque necesitad estiercol, la
p iel, y la carne de estos animales 5 pero
si el valor del lino, ó del cáñamo
llegase á decaer demasiado, el labrador
sembrará trigo , ú otros granos en los
mismos campos cn que ántes habia