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cn>vich, de Belén en Londres , de la
Caridad de B erlín, y de otros de mucha
fama, que hacen tanto honor la
humanidad. L o que nosotros quisiéramos
en esta especie de eslahlecimien-
tos, e s, que se hiciesen mas para la
utilidad real de la sociedad , que para
la ostentaci(m. £ l grande hospital de
Inválidos de París, los célebres de Inglaterra
, de que acabamos de hablar,
son palacios de reyes , y no habitaciones
de pobres. Desearíamos que estos
edificios solo aparentasen lo que son
en sí, y que el gasto enorme empleado
en el odiíicio , se hubiese invertido en
aumentar la dotacion para mantener
los pobres que le habitan. Admiramos
mas que todos los monumentos de mármol,
y de bronce, la rica sencilléz de
la casa de Inválidos que el rey de Prú-
sia, acabó de establecer á las puertas
de Berlín, y que no está adornado con
mas inscripción que la de L k $o ct ijn-
victo Jlifiti.