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se vé siempre obligado á comprarla, y á
satisfacer su importe, con arreglo al capricho
y Á la avaricia del emprendedor.
Seria conocer poco ei carácter de los
hombres el creer que un asentista de '
esta naturaleza no llegue á abusar al-1
guna vez de su privilegio, y que deje
de sacar todo el provecho posible de la
situación en que se halla. S i se quiere i
establecer una manufactura nueva á la'
sombra de un monopolio de esta clase
, no lo padecen menos los particu-
res, porque si el emprendedor, á quien
el soberano concede sus ventajas, no
puede tener un écsito tan favorable de
su manufactura, que no tenga que temer
la concurrencia estrangera, particularmente
si el gobierno le concede
de mas á mas el beneficio de un lijero
impuesto sobre las mercaderías, que
vienen de fuera del reino de igual calidad
á las suyas; puede sacarse en este
caso la consecuencia cierta de que esta
fábrica está mal gobernada , y que tiene
un vicio interno, que la hace per-