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se quitarán todos los dias al pueblo los
medios de pagar estos subsidios, y
que se hará precisamente un ministro,
en el caso de aquel nccio, que mató
su gallina para tener de una vez sola
los huevos, que le producía diaríamen*
te. ¿Hay acaso el menor arte, el menor
juicio , la menor sagacidad en inventar
nuevos subsidios? Pueblos , como
os desangran, os esquilman y os quitan
el pellejo tunantes mandarines y hombres
de Estado. ¡Ministros incapaces!En
tiempos de guerra, en losde necesidades
urgentes, imponed un repartimiento
de tributos por cabeza sobre el pueblo,
haccd un esfuerzo de imaginación; pero
cargad después los brnzos, porque todos
tienen dos mientras que »u cabeza
no es mas que una: haréis una obra
maestra, digna de todos vuestros proyectos
, digna de bronces inmortales.
Bien podemos así espresarnos que
nada de arrepentimiento sacaremos de
corazones pésimos. Nuestras palabras
son saetas arrojadas al aire. Los mal-