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venir los desafíos? Si se intenta se»
rinmente ^ no se imponga á sus trans-
gresores la pena capital: castigúeselos
por la infamia. Echese á la frente
del regimiento con aparato ignominioso
al oficial que haya reñido;
sírvale este deshonor de escarmiento
, y se esperimentará como algunos
ejemplares de estos contienen en su
deber á otros infinitos. Establézcase
un consejo militar , compuesto do generales,
de mariscales de campo,
y otros oficiales, para juzgar de las
injurias, afrentas, y lances de honor^
y mándese castigar, con cl mayor
rigor , al que se verifique reo,
al que haya insultado á otro. La
vida de los principales súbditos, con
esta resolución , no tendrá riesgo que
temer.» Nosotros abrazamos cl juicioso
dictámen de este insigne escritor francés,
en cuanto á los duelos. L a Inglaterra
que tanto blasona de culta
y civilizada también permite cl duelo.
Estínganse semejantes combates;