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teleros y falsos políticos. IVo deis oídos
cual otro Adán cn el paraíso á serpientes
astutas que os anuncien falsas felicidades.
Desechad estos soñadores de
montes de oro, sus sofísticos proyectos
y pedante charlatanismo.
Nuestro lenguaje es franco : cl deber
de escritores nos lo prescribe. No
dice la verdad quien no la dice toda.
L a narración de los hechos no es un
crimen: se hacc un servicio al país en
moralizarlos. Somos amantes de la verdad.
Ella es amarga para los mortales:
ella debe preconizarse mal que les pese
á los sofistas: ella es nuestro norte.
Nadie tiene derecho directo ni indirecto,
de hacer que enmudezcan nuestros
labios esta virtud indestructible bajada
del cielo. S i nos ponen un candado,
será imperio, efecto de leyes tiránicas.