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eclio la representación nacional, que
los soberanos Cárlos IV y Fernando el
V II. Ningún sábio, filósofo , jurisconsulto
, príncipe, legislador, diplomático,
político, cortesuno y publicista
nos arredra é intimida sobre lo que
decimos. S i nosotros fuéramos representantes
do la nación, ocupásomos los
escaños de las Corles, probaríamos
con enerjía, ilustraríamos y sostendríamos
con tesón aunque fuera á la presencia
de los Martínez de la Rosa ( 1), que
alas Córtes sobro llamar ó no llamar
á las mujeres á suceder al supremo go-
iíierno, les asiste mas derecho, derecho
que solo la tiranía puede pisotear (2).
Sií*mpre es arduo el reinar *, y lo es
mas, cuando son escabrosas las circunstancias
, discordes las opiniones y
/
' (1) D . F ran cisco M artínez de la R osa P re­
sidente de M inistros en 1 834 ^ de los mas p e ­
ritos literatos de E spaña, y de los m as elocu en ­
tes oradores parlam entarios de E u ropa.
(2)' ■ D esgraóiadam ente la ñierra bruta puede
íhps'^up la le v . *'