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emprendido la diíicilísimn carrera de
escritores piíldicos, á veinte y tres
años, edad desbarbada ^ y de las pasiones,
nos hemos atrevido a poner pié
en la senda resbaladiza de la dilucidación
de las ciencias políticas, nos hemos
arrojado al debate político-social, arrojándonos
á la lid quizá cual un hisoño
guerrero que espectador de la belicosidad
de los héroes decrépitos, se arroja
con coraje á su lado cn lo mas inminente
de la refriega, cn lo mas fiero y
encarnizado de la pelea. Como noveles,
dejémonos pues de satisfacciones.
Aténgase á fuer de filósofos á los hechos.
Tómese en bucnhora la pluma y
escrílíase contra nuestros principios :
defiendan los críticos los suyos, qué
nosotros haremos otro tanto rindiéndonos
si sus argucias son mas podero-
rosas , protestaremos nuestros principios
sin rubor alguno si sus argumentaciones
son mas dialécticas. Pues los
ministros de hacienda, deben hacer un
cálculo de lodo el gasto preciso para