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mus diputados, ni ministros, que la
ilbre entrada de los algodones ingleses,
atendidas las circunstancias críticas de
Kspaíia, es funesta y perjudicial ú esta
nación , y ventajosa á la Inglaterra. Si
se dá libre entrada á los algodones
ingleses, pronto van á cerrarse los
conductos de la riqueza nacional, á
estancarse los manantiales de la producción
pública, á paralizarse la industria
catalana, nervio y sustentáculo
de las riquezas españolas. Diputados y
ministros, no os alucinen las especiosas
y fosfóricas teorías que se vicrt4in en
el congreso en favor de la libre entrada
de la algodonería inglesa. Beneméritos
y civilizados representantes catalanes
, á vosotros mas que á ninguno
os incumbe el apoyo de la prosperidad
de vuestra cara patria. Apoyadla con
enerjía, ilustración y con una victoria
coronada. No se diga que entrando la
industria algodonera de la Gran B retaña
, no tendrá España el funesto c
ilícito contrabando. Esto es una para-