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¡, liOs derechos naturales del hombre
á pesar de ser tan sacrosantos, no
han dejado de ser hollados por los hombres
mismos, ultrajándose á sí, al hombre
despojado, á la naturaleza, pues,
es un alto crimen quebrantar las leyes
divinas y humanas, escudos defensores
de estos invulnerables derechos,
i Perezcan hombres tan desnaturalizados
y desalmados, y oculte el polvo
sus inmundas reliquias! Entes díscolos
son los que de este modo ultrajan á la
naturaleza y á la humanidad. Ellos
merecen el odio y el aborrecimiento
de sus semejantes, como el condigno
castigo de sus crímenes.
Todo lo dicho hasta aquí es lo mas
selecto y lo mas bello que puede escog“!-
tar el entendimiento humano. I^ajo tan
sólida doctrina, nacen verdades eternas
como lo son sus precedentes principios.
Otras bellas mácsimas filosóficas,
vamos á sacar de principios tan sólidos
y claros como la luz. Quien dig^a lo
contrario, será un necio y no un sábio.