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no liizo prohibiciones odiosas, no chocó
á nadie con edictos fundados sobre
ei poder militar del rey; solo por una
ordenanza sencilla estableció que en lo
sucesivo ningún fruto, ni mercaduría
pudiese ser transportada á Francia,
sino en navio francés, construido ó
fletado en el pais, en donde este fruto,
ó manufactura hubiese nacido, ó
se hubiese fabricado, que le montase
im capitan, con la tripulación de la
misma nación. Tenia alguuas cscepcio-
nes en orden á aquellas ciudades, que
servían para cl regular almacenaje.
£ste único reglamento puso en el mayor
riesgo á la navegación holandesa,
y á los franceses en la precisión de ir
á buscar ellos mismos lo que necesitasen
de los estrangeros con sus propios
navios. Esta es la época desde que pueden
contarse los progresos del comercio
marítimo de la Francia. Cuando el
gobierno ingles quiso perfeccionar la
agricultura del pais, no se valió de ordenanzas
coactivas, incómodas, ni con-