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i nuirt, rrcofi^o t(>M>ros considriuldet.
Diriia tudiM, quo otlo ra un oferto
de U mnft }rrando perfrccion do que
0« iu«ci‘|»tiblo un »¡K lom a de iurienda \
pero eftUuriquezas del aolM^raiio note
adquieren aino á ctHila de la luedÍHiiia
de aua aúbditoa: no vuelven á onlrar
anualmente en la masa total del Enla*
do, y del soberano ; lu que debiora
•er para que subaiflieae muelio tirra-
po. Un soberano bare cavar las luioas
para sacar de ellas oro, y plalN, y po*
nerlo en círculacioa t otro •olx'rano to>
ma el díoero que circula , lo luice acu»
fiar de sus armaN, y le esconde liaju
de tierra. Dominan aidire eslna male-
rías ciertaa preocupaciones, fundadas
sobre la economía de b»s particulares,
que s«m diametralmente opuestas á la
economía del Estado, de cjue no es fácíl
de desimprrsíoiiar á los mínisiros de
liacienda. Vamos ácomiMtirles con nociones
comunes y ratones sacadas de la
esperiencia, mnestro infalible. To