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fncturns de que noccsita, ni á fabricarlas
, de suerte que se pueda hacer de
ellas una estraccion considerable, tanto
mas que la cantidad precisa pnra la
urgencia interior aumenta siempre á
proporcion del número de los habitante».
De esto resulta, que si queremos
emplear la mano de nuestros operarios
en todas las fábricas posibles para
nuestras propias ur(rencias, no habrá
bastante para Qob(‘rnar con el vigor
que se requiere las manufacturas de
que se proveen los estranjeros) qoc
por cunH¡|ruientc nuestro comercio te
convertirá en un ente de razón; que
no reconcentraremos demasiado en nosotros
mismos ; que la balanza del comercio
general no será á favor uues-
tro 5 que se cerrarán los conductos por
donde se transportan á nuestro pats las
riquezas estrangeras; que nuestro Estado
quedará sin acción, sin carne como
un esqueleto, y se empobrecerá
]ior consiguiente; y por último, que
con principios semejantes haríamos