04.07.2013 Views

Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

La cabaña se agitó por segunda y tercera vez, y luego empezó a bambolearse y<br />

cabecear un poco como un barco, pero con un ritmo rápido y más agitado, como si uno<br />

estuviera en una barquilla colocada en la pendiente <strong>de</strong>l lomo <strong>de</strong> una jirafa gigante<br />

borracha.<br />

—Dices que vaya al instante, pero ¿adon<strong>de</strong>? —preguntó Fafhrd con cierta humildad.<br />

—¿Cómo podría saberlo y por qué habría <strong>de</strong> <strong>de</strong>círtelo aunque lo supiera? No soy tu<br />

mago. Tan sólo te llevo a <strong>Lankhmar</strong> por medios secretos, como un favor que le hago a<br />

ese brujo aficionado y panzudo, ese parlanchín <strong>de</strong> siete ojos, el cual se cree mi colega y<br />

te ha engatusado para que le tomes como mentor. —La áspera voz había resonado en la<br />

oscura oquedad <strong>de</strong> la capucha. Entonces añadió en un tono algo más gruñón—: Lo más<br />

probable es que esté en el palacio <strong>de</strong>l Señor Supremo. Ahora cállate.<br />

El bamboleo <strong>de</strong> la cabaña aumentó, al igual que su velocidad. El viento penetraba por<br />

la abertura, haciendo aletear los flancos <strong>de</strong> la capucha <strong>de</strong> Sheelba. De vez en cuando se<br />

veían retazos <strong>de</strong> la marisma iluminados por la luna.<br />

—¿Quiénes eran esos jinetes que me perseguían? —preguntó Fafhrd, aferrándose a<br />

los postes <strong>de</strong> la pared—. ¿Bandidos <strong>de</strong> Ilthmar? ¿Acólitos <strong>de</strong> la tétrica dama armada con<br />

una guadaña?<br />

El mago no respondió.<br />

—¿A qué viene todo esto? —insistió Fafhrd—. Un gran ataque contra <strong>Lankhmar</strong><br />

efectuado por un enemigo casi innumerable pero innominado. Unos jinetes negros<br />

también sin i<strong>de</strong>ntificar. El Ratonero enterrado profundamente y encogido <strong>de</strong> un modo<br />

lamentable, pero <strong>de</strong> todos modos vivo. Un silbato <strong>de</strong> hojalata que quizá invoca a los<br />

Felinos Bélicos, los cuales son peligrosos para quien lo haga... Nada <strong>de</strong> esto tiene<br />

sentido.<br />

La cabaña sufrió una sacudida especialmente violenta. Sheelba siguió sin <strong>de</strong>cir<br />

palabra. Fafhrd empezó a sentirse mareado y se concentró en sujetarse.<br />

Glipkerio asomó la cabeza adornada con una guirnalda <strong>de</strong> trinitarias sobre los rizos<br />

dorados, a través <strong>de</strong> las cortinas <strong>de</strong> cuero <strong>de</strong> la cocina, parpa<strong>de</strong>ó a causa <strong>de</strong>l resplandor<br />

<strong>de</strong>l fuego y sonrió estúpidamente.<br />

Reetha, <strong>de</strong> nuevo enca<strong>de</strong>nada por el collar, estaba sentada con las piernas cruzadas<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l fuego, la cabeza gacha. Samanda, ro<strong>de</strong>ada por otras cuatro sirvientas en<br />

cuclillas, dormitaba apoltronada en su enorme sillón. Ahora, sin embargo, aunque no se<br />

había oído ningún ruido, sus ronquidos cesaron, abrió los ojos porcinos para mirar a<br />

Glipkerio y le dijo cariñosamente:<br />

—Entra, pequeño Señor Supremo, no te que<strong>de</strong>s ahí como una jirafa avergonzada. ¿Es<br />

que también te han asustado las ratas? Id a vuestros camastros, muchachas.<br />

Tres sirvientas se levantaron en seguida. Samanda extrajo una larga aguja <strong>de</strong> su pelo<br />

recogido en una esfera y pinchó ligeramente a la cuarta, que se había dormido sobre sus<br />

talones.<br />

En silencio, salvo por el único chillido, sofocado <strong>de</strong> inmediato, <strong>de</strong> la muchacha que<br />

acababa <strong>de</strong> recibir el pinchazo, las cuatro sirvientas hicieron una reverencia a Glipkerio y<br />

dos a Samanda, y salieron corriendo como otras tantas figuras <strong>de</strong> cera animadas.<br />

—¿Te pica el gusanillo <strong>de</strong> la inquietud, pequeño Señor Supremo? —le preguntó<br />

Samanda—. ¿Quieres que te prepare un ponche <strong>de</strong> adormi<strong>de</strong>ra? ¿O preferirías<br />

contemplar cómo azoto a esta chica? —añadió, señalando a Reetha con el pulgar—. Los<br />

inquisidores me han or<strong>de</strong>nado que no lo haga, pero, naturalmente, si tú quieres...<br />

—Oh, no, no, no, claro que no —protestó Glipkerio—, pero ya que hablamos <strong>de</strong> azotes,<br />

tengo algunos látigos nuevos en mi colección privada que me gustaría enseñarte, querida<br />

Samanda, entre ellos uno que al parecer proce<strong>de</strong> <strong>de</strong>l Kiraay Lejano, revestido <strong>de</strong> áspero

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!