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Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

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En lo alto <strong>de</strong> la colina, Kreeshkra permaneció inmóvil y pensativa durante dos<br />

exhalaciones. Luego se sacó <strong>de</strong>l cinto un objeto invisible, que arrojó al centro <strong>de</strong> la fogata<br />

moribunda. Hubo un chisporroteo seguido <strong>de</strong> una lluvia <strong>de</strong> chispas, y una llamarada azul<br />

brillante se alzó en línea recta a una docena <strong>de</strong> varas y ardió durante otros dos latidos <strong>de</strong><br />

corazón antes <strong>de</strong> extinguirse. Los huesos <strong>de</strong> Kreeshkra parecían <strong>de</strong> hierro azulado, su<br />

carne cristalina <strong>de</strong>stellante como jirones <strong>de</strong> cielo nocturno tropical, pero no había nadie<br />

para contemplar tal belleza.<br />

Fafhrd vio la llamarada vertical y <strong>de</strong>lgada por encima <strong>de</strong>l hombro, y siguió cabalgando<br />

con el ceño fruncido.<br />

Aquella noche las ratas asolaban <strong>Lankhmar</strong>. Los gatos morían a causa <strong>de</strong> los veloces<br />

dardos <strong>de</strong> ballesta, que les atravesaban los ojos y se alojaban en el cerebro. Los roedores<br />

arrojaron astutamente el raticida en los cuencos <strong>de</strong> comida <strong>de</strong> los perros. El tití <strong>de</strong><br />

Elakeria murió, crucificado en la cabecera <strong>de</strong> la cama <strong>de</strong> sándalo <strong>de</strong> aquella mujer obesa,<br />

frente a su espejo <strong>de</strong> plata bruñida que llegaba hasta el techo. Los niños aparecían sin<br />

vida en sus cunas, muertos a <strong>de</strong>ntelladas. Algunos adultos recibieron dardos impregnados<br />

<strong>de</strong> una sustancia negra, y murieron entre convulsiones tras varias horas <strong>de</strong> agonía.<br />

Muchos se entregaron a la bebida para aplacar sus temores, pero los borrachos que<br />

perdían el sentido en las calles solitarias, sin que nadie les viera, morían <strong>de</strong>sangrados a<br />

causa <strong>de</strong> los cortes que los roedores les practicaban en las arterias. La tía <strong>de</strong> Glipkerio,<br />

que era también la madre <strong>de</strong> Elakeria, murió ahorcada con un lazo corredizo colgado<br />

sobre una escalera empinada y oscura, resbaladiza a causa <strong>de</strong>l aceite <strong>de</strong>rramado por las<br />

ratas. A una prostituta temeraria la <strong>de</strong>rribaron en la plaza <strong>de</strong> las Delicias Oscuras y se la<br />

comieron viva sin que nadie hiciera caso <strong>de</strong> sus gritos.<br />

Tan ingeniosas eran algunas <strong>de</strong> las trampas tendidas por las ratas y, según los testigos<br />

presenciales, blandían sus armas con tanta <strong>de</strong>streza, que muchas personas empezaron a<br />

insistir en que algunas <strong>de</strong> ellas, sobre todo las albinas, escasas y elusivas, tenían en las<br />

patas unas manos diminutas con garras, mientras corrían muchos rumores <strong>de</strong> que ciertas<br />

ratas andaban erguidas sobre las patas traseras.<br />

Los lankhmarianos introdujeron hurones en las madrigueras, pero ninguno <strong>de</strong> ellos<br />

regresó. Los soldados, con la cabeza protegida con una especie <strong>de</strong> sacos que les daban<br />

un aspecto misterioso y enfundados en sus uniformes pardos, corrían <strong>de</strong> un lado a otro en<br />

pelotones, buscando en vano blancos para sus nuevas y muy alabadas armas.<br />

Envenenaron los pozos más profundos <strong>de</strong> la ciudad, suponiendo que la ciudad <strong>de</strong> las<br />

ratas se encontraba a la misma profundidad, y utilizaban aquellos pozos para su<br />

suministro <strong>de</strong> agua. Cometieron la impru<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> verter azufre ardiendo en las<br />

madrigueras, y fue preciso <strong>de</strong>sviar a los soldados <strong>de</strong> su tarea principal a fin <strong>de</strong> combatir<br />

los incendios resultantes.<br />

El éxodo, iniciado <strong>de</strong> día, prosiguió durante la noche, por medio <strong>de</strong> falúas, gabarras,<br />

botes <strong>de</strong> remos y balsas. También emprendieron la huida hacia el sur, en carreta, en<br />

carro o a pie, a través <strong>de</strong> la Puerta <strong>de</strong>l Grano, e incluso hacia el este, por la Puerta <strong>de</strong> la<br />

Marisma, hasta que se lo impidieron sangrientamente por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Glipkerio, a quien<br />

aconsejaron Hisvin y el rígido y anciano capitán general Olegnya Matamingoles. La galera<br />

<strong>de</strong> guerra <strong>de</strong> Lukeen era una <strong>de</strong> las varias que ro<strong>de</strong>aron a las embarcaciones civiles en<br />

huida y las hicieron volver a los muelles..., es <strong>de</strong>cir, a todos menos a las falúas más<br />

cargadas <strong>de</strong> oro y cuyos tripulantes estaban en condiciones <strong>de</strong> sobornar.<br />

Poco <strong>de</strong>spués, y con tanta rapi<strong>de</strong>z como la noticia <strong>de</strong> un nuevo pecado, se extendió el<br />

rumor <strong>de</strong> que existía una conspiración para asesinar a Glipkerio y a su muy admirado<br />

primo, que gustaba <strong>de</strong> hacerse pasar por pobre, Radomix Kistomerces-Null, el cual<br />

poseía diecisiete gatos domésticos. Una nutrida tropa, formada por guardias vestidos <strong>de</strong><br />

paisano y civiles, partió <strong>de</strong>l Palacio <strong>de</strong>l Arco Iris y atravesó la ciudad a oscuras,<br />

alumbrándose con antorchas, con la intención <strong>de</strong> apo<strong>de</strong>rarse <strong>de</strong> Radomix; pero éste fue

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