Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
El gualdrapeo <strong>de</strong> la vela balanceó a la Calamar, haciendo oscilar la caña <strong>de</strong>l timón, que<br />
golpeó la cabeza más pequeña <strong>de</strong>l monstruo, cuya boca se cerró sobre el ma<strong>de</strong>ro. Un<br />
instante <strong>de</strong>spués la apartó, agitándola para <strong>de</strong>spren<strong>de</strong>rse <strong>de</strong> las astillas introducidas entre<br />
los dientes.<br />
Slinoor se estremeció.<br />
—¡Dile al brujo que aparte a ese monstruo <strong>de</strong>l barco! —le gritó.<br />
El hombre <strong>de</strong>moníaco se apresuró a consultar <strong>de</strong> nuevo su libro, y entonces dijo:<br />
—No os preocupéis, pues el monstruo sólo come ratas. Lo capturé junto a una<br />
pequeña isla rocosa don<strong>de</strong> viven muchas ratas. Ha confundido a vuestro gatito negro con<br />
un roedor.<br />
Todavía en su estado <strong>de</strong> luci<strong>de</strong>z narcótica, Fafhrd le gritó:<br />
—¿Tienes la intención, oh, brujo, <strong>de</strong> conjurar al monstruo para llevarlo a tu propio<br />
mundo craneano o globular?<br />
Esta pregunta pareció confundir y excitar al mismo tiempo al hombre <strong>de</strong>moníaco, como<br />
si creyera que Fafhrd tenía la facultad <strong>de</strong> leer la mente. Tras consultar frenéticamente las<br />
páginas <strong>de</strong>l libro, explicó que procedía <strong>de</strong> un mundo llamado simplemente Mañana y que<br />
estaba visitando diversos mundos a fin <strong>de</strong> recoger monstruos que se <strong>de</strong>stinarían a una<br />
especie <strong>de</strong> museo o zoológico, al que llamó en su jerigonza Hagenbeck's Zeit-garten. En<br />
aquella expedición en particular buscaba un monstruo que pudiera ser un facsímil<br />
razonable <strong>de</strong> un monstruo marino <strong>de</strong> seis cabezas, totalmente mítico, que <strong>de</strong>voraba a los<br />
hombres arrebatándolos <strong>de</strong> las cubiertas <strong>de</strong> sus naves, y al que un antiguo escritor <strong>de</strong><br />
literatura fantástica, un tal Hornero, llamó Escila.<br />
—Jamás ha existido en <strong>Lankhmar</strong> un poeta llamado Hornero —musitó Slinoor.<br />
—Sin duda, fue algún escriba <strong>de</strong> Quarmall o <strong>de</strong> las Tierras Orientales —aseguró el<br />
Ratonero a Slinoor. Entonces, menos temeroso <strong>de</strong> las dos cabezas y un poco celoso <strong>de</strong>l<br />
protagonismo <strong>de</strong> Fafhrd, saltó a lo alto <strong>de</strong>l coronamiento <strong>de</strong> popa y gritó—: Dime, oh,<br />
brujo, ¿con qué encantamientos conjurarás a tu pequeño Escila para ir, o para volver, a tu<br />
burbuja Mañana? Algo sé <strong>de</strong> brujería. ¡Desiste, sabandija!<br />
Dirigió esta última observación, con un gesto <strong>de</strong> señorial <strong>de</strong>sprecio a la cabeza más<br />
pequeña, que se había acercado con curiosidad al Ratonero. Slinoor aferró el tobillo <strong>de</strong>l<br />
pequeño espadachín.<br />
El hombre <strong>de</strong>moníaco reaccionó a la pregunta <strong>de</strong>l Ratonero golpeándose un lado <strong>de</strong> la<br />
cabeza, sobre el yelmo rojo, como si hubiera olvidado algo <strong>de</strong> la mayor importancia, y<br />
empezó a explicar apresuradamente que había viajado entre los mundos en una nave (o<br />
un artilugio espaciotemporal, cuyo significado <strong>de</strong>sconocían por completo sus<br />
interlocutores) que normalmente se mantenía en el aire, casi a ras <strong>de</strong> agua —«una nave<br />
negra con lucecitas y mástiles»— y que esa nave se había alejado <strong>de</strong> él en otra niebla, el<br />
día anterior, cuando estaba absorto en la doma <strong>de</strong>l monstruo marino recién capturado.<br />
Des<strong>de</strong> entonces, el hombre <strong>de</strong>moníaco, montado en su monstruo ahora dócil, había<br />
buscado infructuosamente su vehículo perdido.<br />
La <strong>de</strong>scripción evocó un recuerdo en Slinoor, el cual hizo acopio <strong>de</strong> valor para explicar<br />
audiblemente que durante la última puesta <strong>de</strong> sol, el vigía <strong>de</strong> la Calamar había avistado<br />
una <strong>de</strong> tales naves flotando o volando hacia el nor<strong>de</strong>ste.<br />
El hombre <strong>de</strong>moníaco agra<strong>de</strong>ció profusamente esta información, y, tras interrogar a<br />
Slinoor, anunció (para alivio <strong>de</strong> todos) que estaba dispuesto a empren<strong>de</strong>r su búsqueda<br />
hacia el este, con renovada esperanza.<br />
—Probablemente nunca tendré ocasión <strong>de</strong> recompensaros por vuestra cortesía —les<br />
dijo antes <strong>de</strong> partir—, pero al proseguir vuestra travesía por las aguas <strong>de</strong> la eternidad,<br />
llevad con vosotros por lo menos mi nombre: Karl Treuherz, <strong>de</strong> Hagenbeck.<br />
Hisvet, que había estado escuchando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el centro <strong>de</strong> la cubierta, eligió aquel<br />
momento para subir la corta escalera que conducía a la cubierta <strong>de</strong> popa. Llevaba un<br />
vestido <strong>de</strong> armiño y una capucha, para protegerse <strong>de</strong> la fría niebla.