Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
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—No toques nada, o haré que supliques la muerte por piedad —añadió Samanda, con<br />
una súbita brutalidad—. Arrodíllate al pie <strong>de</strong> la cama con la cabeza agachada, en la<br />
postura servil número tres, y no muevas un solo músculo hasta que regresemos.<br />
En cuanto se cerró la gruesa puerta, su cerrojo se <strong>de</strong>slizó con un ruido sordo y <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
otro lado retiraron <strong>de</strong> la cerradura la tintineante llave <strong>de</strong> oro. Reetha se dirigió a la mesilla<br />
<strong>de</strong> noche, movió un poco la boca, escupió en la pócima nocturna y contempló cómo<br />
giraba lentamente la espuma burbujeante. Deseó tener algunos pelos para echarlos<br />
también, pero no parecía que en la habitación hubiera algún objeto <strong>de</strong> piel o lana, y a ella<br />
la habían <strong>de</strong>pilado aquella misma mañana.<br />
Cogió el más tentador <strong>de</strong> los frascos <strong>de</strong> cristal y lo <strong>de</strong>stapó, bebiendo su contenido a<br />
pequeños sorbos mientras examinaba la habitación, cuyas pare<strong>de</strong>s estaban revestidas<br />
con ma<strong>de</strong>ras preciosas <strong>de</strong> las Ocho Ciuda<strong>de</strong>s, y sus tesoros más preciosos todavía. Se<br />
<strong>de</strong>moró algo más ante un pesado cofre <strong>de</strong> oro lleno <strong>de</strong> piedras preciosas talladas pero sin<br />
engastar, amatistas, aguamarinas, zafiros, ja<strong>de</strong>s, topacios, ópalos y esmeraldas, que<br />
centelleaban como los fragmentos <strong>de</strong> un arco iris hecho añicos.<br />
Vio también un ropero con prendas femeninas, confeccionadas para una persona muy<br />
alta y <strong>de</strong>lgada, y también, cosa sorpren<strong>de</strong>nte junto a aquellas prendas, un armero que<br />
contenía diversas armas <strong>de</strong> hierro.<br />
Miró varios estantes en los que había figuritas <strong>de</strong> cristal soplado, el tiempo suficiente<br />
para <strong>de</strong>cidir que la más <strong>de</strong>licada y costosa era, naturalmente, la <strong>de</strong> una muchacha esbelta<br />
con botas y una blusa corta, que blandía un largo látigo. La <strong>de</strong>rribó <strong>de</strong>l estante, haciendo<br />
que se estrellara contra el suelo y el látigo se convirtiese en polvo <strong>de</strong> cristal.<br />
Con una sonrisa tensa, se preguntó qué podrían hacerle que aún no le hubieran hecho.<br />
Se tendió en la cama y se estiró y contorsionó a placer, gozando al máximo <strong>de</strong> la<br />
sensación que le producían las sábanas limpias contra su cuerpo torturado, y tomando <strong>de</strong><br />
vez en cuando un trago <strong>de</strong>l néctar que contenía el frasco. Estaba dispuesta a beber lo<br />
suficiente para emborracharse hasta per<strong>de</strong>r el sentido. Entonces Samanda y Glipkerio<br />
tendrían que torturar un cuerpo inerte y una mente inconsciente, cosa que no les<br />
produciría mucho placer.<br />
13<br />
Mientras viajaba recostado en la litera, con la cola <strong>de</strong> una <strong>de</strong> las ratas <strong>de</strong>lanteras<br />
moviéndose a respetuosa distancia <strong>de</strong> su cabeza, el Ratonero observó que, sin<br />
abandonar el quinto nivel, habían llegado a un ancho corredor a cuyos lados se alineaban<br />
lanceros que montaban rígidamente guardia y que tenía trece entradas <strong>de</strong> las que<br />
colgaban pesadas cortinas. <strong>Las</strong> nueve primeras eran blancas y plateadas, la siguiente<br />
negra y dorada y las tres últimas blancas y doradas.<br />
A pesar <strong>de</strong> su cansancio y su <strong>de</strong>scomunal sensación <strong>de</strong> seguridad, el Ratonero había<br />
permanecido bastante vigilante durante el viaje, pues no <strong>de</strong>scartaba <strong>de</strong>l todo la posibilidad<br />
<strong>de</strong> que Skwee o lord Nuil le hubieran seguido. A<strong>de</strong>más, tenía que contar con Hreest,<br />
quien podría haber <strong>de</strong>scubierto alguna pista en el retrete acuático, a pesar <strong>de</strong>l trabajo<br />
altamente artístico que el Ratonero creía haber hecho. De vez en cuando había visto ratas<br />
que quizá siguieron su litera, pero al final todas ellas tomaron otras direcciones en los<br />
laberínticos corredores. <strong>Las</strong> últimas que <strong>de</strong>spertaron sus perezosas sospechas fueron dos<br />
ratas esbeltas vestidas con mantos, capuchas, máscaras y guantes <strong>de</strong> seda negra, pero<br />
éstas, sin dirigirle siquiera una mirada, <strong>de</strong>saparecieron cogidas <strong>de</strong> una pata a través <strong>de</strong><br />
las cortinas negras y doradas, hablando entre ellas en cuchicheantes susurros.<br />
La litera <strong>de</strong>l Ratonero se <strong>de</strong>tuvo en la entrada contigua, la tercera empezando por el<br />
final. Así pues, Skwee y Siss eran superiores en rango a Grig, pero ésta superaba a lord