Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
—Te has convertido en un viejo chocho puritano, papá —le dijo Hisvet en tono<br />
ofendido, casi con recato—. Coger una rabieta por semejante motivo en la noche <strong>de</strong> tu<br />
gran conquista... Tu jornada ha terminado y he <strong>de</strong> ocupar tu sitio en el Consejo. Díselo,<br />
Skwee. Creo, querido papá, que has enloquecido <strong>de</strong> celos por no hallarte en el lugar <strong>de</strong><br />
Grig.<br />
—¡Oh, inmundicia que una vez fue mi hija! —gritó Hisvin, y sacando con juvenil<br />
celeridad un estilete que llevaba al cinto, lo dirigió al cuello <strong>de</strong> Hisvet, entre la máscara<br />
violeta y la colcha.<br />
Pero Frix, incorporándose <strong>de</strong> súbito, interpuso su mano izquierda entre el acero y su<br />
ama, como quien batea una pelota.<br />
La hoja, fina como una aguja, atravesó la palma hasta la empuñadura <strong>de</strong> la daga, e<br />
Hisvin la perdió.<br />
Apoyándose todavía en una rodilla, con la hoja brillante atravesando la palma izquierda<br />
extendida, <strong>de</strong> la que caían algunas gotas <strong>de</strong> sangre, Frix se volvió hacia Hisvin y,<br />
tendiendo grácilmente la otra mano, le dijo en tono claro y cautivador:<br />
—Domina tu ira por el bien <strong>de</strong> todos nosotros, querido padre <strong>de</strong> mi ama. Sin duda, la<br />
razón pue<strong>de</strong> hallar medios para resolver estos asuntos. No <strong>de</strong>béis querellaros en esta<br />
noche magna.<br />
Hisvin pali<strong>de</strong>ció y retrocedió un paso, probablemente sorprendido por la compostura<br />
sobrenatural <strong>de</strong> Frix, que sin duda bastaba para producir escalofríos a un hombre e<br />
incluso a una rata.<br />
La mano <strong>de</strong>l Ratonero se había cerrado por fin alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la empuñadura <strong>de</strong><br />
Escalpelo. Se dispuso a levantarse <strong>de</strong> un salte y correr <strong>de</strong> nuevo al aposento <strong>de</strong> Grig,<br />
cogiendo <strong>de</strong> pasada el bulto <strong>de</strong> sus ropas. En algún momento, más o menos durante la<br />
última veintena <strong>de</strong> latidos <strong>de</strong> su corazón, su intenso y perenne amor hacia Hisvet había<br />
fenecido en silencio y ahora empezaba a apestar.<br />
Pero en aquel momento abrieron las cortinas con violencia y por la ruta <strong>de</strong> huida que<br />
había elegido el Ratonero entraron la rata Hreest, con su atuendo negro adornado con oro<br />
y blandiendo un estoque y una daga, seguida <strong>de</strong> tres ratas guardianas uniformadas <strong>de</strong><br />
ver<strong>de</strong>, cada una con una espada <strong>de</strong>senvainada. El Ratonero reconoció la daga que<br />
blandía Hreest: era su propia Garra <strong>de</strong> Gato.<br />
Frix ro<strong>de</strong>ó rápidamente la cabecera <strong>de</strong> la cama y volvió al sitio que había ocupado<br />
antes entre las jaulas <strong>de</strong> la víbora y el escorpión, con la mano izquierda todavía<br />
atravesada por el estilete, como un gran alfiler. El Ratonero le oyó murmurar con rapi<strong>de</strong>z:<br />
—La intriga se complica. Entran ratas armadas por todas las puertas. El momento<br />
crucial se aproxima.<br />
Hreest se <strong>de</strong>tuvo <strong>de</strong> súbito y, mirando a Skwee e Hisvin, gritó <strong>de</strong>sgarradoramente:<br />
—¡Los restos <strong>de</strong>smembrados <strong>de</strong>l consejero Grig han sido <strong>de</strong>scubiertos en la rejilla <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>sagüe <strong>de</strong>l quinto nivel! ¡El espía humano está asumiendo la personalidad <strong>de</strong> Grig,<br />
vestido con sus propias ropas!<br />
El Ratonero pensó que no era así en aquel momento, con excepción <strong>de</strong> la máscara, y,<br />
haciendo un último esfuerzo <strong>de</strong>sesperado, exclamó:<br />
—¡Ezo ez una tontería, una locura producida por el calor <strong>de</strong>l verano! ¡Yo zoy Grig! Ha<br />
zido a otra rata blanca a quien han azezinado tan horriblemente!<br />
Hreest, con Garra <strong>de</strong> Gato en la mano y los ojos fijos en el Ratonero, continuó:<br />
—He <strong>de</strong>scubierto esta daga <strong>de</strong> factura humana en el aposento <strong>de</strong> Grig. Es evi<strong>de</strong>nte<br />
que el espía se encuentra aquí.<br />
—¡Matadle en la cama! —or<strong>de</strong>nó Skwee con voz ronca.<br />
Pero el Ratonero, anticipándose un poco a lo inevitable, había saltado <strong>de</strong> la cama y,<br />
<strong>de</strong>snudo, adoptaba la posición <strong>de</strong> guardia, la máscara blanca arrojada a un lado,<br />
Escalpelo, su mortífera hoja, <strong>de</strong>stellante en la mano <strong>de</strong>recha, mientras la izquierda, en<br />
lugar <strong>de</strong> la daga, sujetaba su cinto y la vaina <strong>de</strong> Escalpelo, ambos doblados.