04.07.2013 Views

Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Nuil. Esta información podría ser útil, aunque sólo confirmaba la impresión que él había<br />

obtenido en el Consejo.<br />

Se sentó en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la litera y un instante <strong>de</strong>spués se incorporó con la ayuda <strong>de</strong>l<br />

bastón, exagerando bastante los efectos <strong>de</strong> su pierna acalambrada; dio a la rata <strong>de</strong>lantera<br />

una moneda <strong>de</strong> plata que había seleccionado <strong>de</strong>l mone<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Grig, suponiendo que las<br />

propinas eran una costumbre que practicaba toda clase <strong>de</strong> seres y, en particular, las<br />

ratas. Entonces, sin mirar atrás, entró cojeando a través <strong>de</strong> las pesadas cortinas,<br />

observando <strong>de</strong> pasada que estaban tejidas con hilos <strong>de</strong> oro y seda blanca trenzados.<br />

Había un pasillo corto y escasamente iluminado, con unas cortinas similares en el otro<br />

extremo. <strong>Las</strong> <strong>de</strong>scorrió y entró en una pieza cuadrada, acogedora pero bastante<br />

<strong>de</strong>startalada, con puertas cubiertas por cortinas en las tres pare<strong>de</strong>s restantes e iluminada<br />

por un cocuyo en una jaula <strong>de</strong> bronce encima <strong>de</strong> cada puerta. El mobiliario consistía en<br />

dos armarios cerrados, un escritorio con un taburete, muchos pergaminos en recipientes<br />

<strong>de</strong> plata que parecían sospechosamente <strong>de</strong>dales humanos, espadas cruzadas y un hacha<br />

<strong>de</strong> combate colgada <strong>de</strong> la sucia pared. Había una chimenea en la que ardía un solo trozo<br />

<strong>de</strong> carbón gigante que <strong>de</strong>spedía un resplandor rojizo a través <strong>de</strong> su capa <strong>de</strong> cenizas<br />

blancas. Por encima <strong>de</strong> la chimenea, que más bien era un brasero colocado en un hueco<br />

y adherido a la pared, había un hemisferio con el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong>l bronce, casi tan gran<strong>de</strong> como<br />

la propia cabeza <strong>de</strong>l Ratonero reducida al tamaño <strong>de</strong> la <strong>de</strong> una rata. El hemisferio era<br />

amarillento, con un gran círculo pardo y verdoso, en cuyo centro había otro círculo negro.<br />

Con un estremecimiento <strong>de</strong> horror, el Ratonero lo reconoció como un ojo humano<br />

momificado.<br />

En el centro <strong>de</strong> la habitación había un sofá con cojines y un alto respaldo abatido, sin<br />

duda usado por alguien que leía mucho, y a su lado una mesa baja <strong>de</strong> tamaño<br />

consi<strong>de</strong>rable sobre la que sólo había tres campanillas, <strong>de</strong> cobre, plata y oro,<br />

respectivamente.<br />

Sobreponiéndose a su horror, puesto que es una emoción <strong>de</strong> evi<strong>de</strong>nte inutilidad, el<br />

Ratonero cogió la campanilla <strong>de</strong> plata y la agitó vigorosamente. Había <strong>de</strong>cidido ver cuál<br />

sería el resultado si seguía el camino <strong>de</strong>l medio.<br />

Apenas había llegado a la conclusión <strong>de</strong> que aquél era el cuarto <strong>de</strong> un soltero rudo y<br />

con ciertas inclinaciones intelectuales, cuando entró <strong>de</strong> espaldas, a través <strong>de</strong> las cortinas<br />

en la pared <strong>de</strong>l fondo, una rata vieja y gruesa con un vestido largo e impecable y un gorro<br />

blanco en la cabeza. Al volverse reveló su hocico plateado, sus ojos turbios y la ban<strong>de</strong>ja<br />

<strong>de</strong> plata que acarreaba, sobre la que había platos humeantes y una gran jarra <strong>de</strong> plata<br />

que también humeaba.<br />

El Ratonero le señaló la mesa con un gesto breve e imperioso. El cocinero, pues tal<br />

parecía ser, <strong>de</strong>positó allí la ban<strong>de</strong>ja y luego se acercó vacilante al Ratonero, como si<br />

quisiera ayudarle a quitarse la túnica. El hombrecillo enmascarado rechazó su ayuda<br />

agitando la mano y señaló severamente la puerta <strong>de</strong>l fondo. No estaba dispuesto a<br />

tomarse la molestia <strong>de</strong> cecear en la propia casa <strong>de</strong> Grig. A<strong>de</strong>más, los servidores podrían<br />

tener mejor oído que los colegas para percibir una voz falsificada. El cocinero hizo una<br />

torpe reverencia y se marchó.<br />

El Ratonero se acomodó en el sofá, sin quitarse todavía los guantes y las botas. Una<br />

vez recostado, éstas apenas le molestaban. No obstante se quitó la máscara (era<br />

agradable ver las cosas sin aquel obstáculo) y la <strong>de</strong>jó al alcance <strong>de</strong> la mano.<br />

La jarra humeante contenía vino caliente con especias, que suavizó su garganta<br />

dolorida y seca y sus nervios fatigados, aunque era en exceso aromático; el único clavo<br />

negro que flotaba en el líquido era gran<strong>de</strong> como una lima, y el palito <strong>de</strong> canela tenía el<br />

tamaño <strong>de</strong> un rollo <strong>de</strong> pergamino. Entonces, utilizando a Garra <strong>de</strong> Gato y el tenedor <strong>de</strong><br />

dos púas que le habían facilitado, empezó a cortar y <strong>de</strong>vorar las humeantes lonchas <strong>de</strong><br />

carne <strong>de</strong> vaca, pues su olfato le dijo que <strong>de</strong> eso se trataba y no, por ejemplo, <strong>de</strong> bebé<br />

humano. De otro <strong>de</strong> los platos eligió uno <strong>de</strong> los objetos que parecían boniatos pequeños y

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!