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Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

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cuenta a las ratas o repara siquiera en ellas? Sobre todo en una ciudad tan antigua e<br />

infestada <strong>de</strong> sabandijas como <strong>Lankhmar</strong>.<br />

Los dos espadachines permanecieron un rato más mirando a su alre<strong>de</strong>dor. Entonces,<br />

recobrando el aliento, rompieron a reír estrepitosamente, envainaron sus aceros y miraron<br />

a los trompeteros con una curiosidad cautelosa y relajada a la vez.<br />

Los trompeteros giraron a cada lado. Una hilera <strong>de</strong> lanceros que estaban <strong>de</strong>trás <strong>de</strong><br />

aquéllos ejecutaron el mismo movimiento, y entonces avanzó hacia ellos un hombre<br />

venerable, bien afeitado, <strong>de</strong> rostro severo, vestido con una toga negra <strong>de</strong> estrecho bor<strong>de</strong><br />

plateado.<br />

El recién llegado alzó la mano en un solemne a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> saludo y dijo en tono grave:<br />

—Soy el chambelán <strong>de</strong> Glipkerio Kistomerces, Señor Supremo <strong>de</strong> <strong>Lankhmar</strong>, y he aquí<br />

mi vara <strong>de</strong> autoridad.<br />

Mostró una varita <strong>de</strong> plata, con un emblema <strong>de</strong> bronce, que tenía forma <strong>de</strong> estrella <strong>de</strong><br />

mar en el extremo.<br />

Los dos hombres asintieron con un ligero movimiento <strong>de</strong> cabeza, como dando a<br />

enten<strong>de</strong>r que aceptaban aquella afirmación pero que no les impresionaba en especial.<br />

El chambelán miró al hombretón. Sacó un pergamino <strong>de</strong> entre los pliegues <strong>de</strong> su toga,<br />

lo <strong>de</strong>senrolló, le echó un breve vistazo y alzó la vista:<br />

—¿Eres tú Fafhrd, el bárbaro norteño y pen<strong>de</strong>nciero?<br />

El interpelado reflexionó un instante antes <strong>de</strong> respon<strong>de</strong>r:<br />

—¿Y si lo soy...?<br />

El chambelán se volvió entonces hacia el hombre menudo. Consultó <strong>de</strong> nuevo su<br />

pergamino.<br />

—¿Y eres tú..., te pido disculpas, pero así está escrito aquí..., ese mestizo, sospechoso<br />

<strong>de</strong> robo con allanamiento <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace largo tiempo, ratero, estafador y asesino, llamado el<br />

Ratonero Gris?<br />

El hombrecillo ahuecó su capa y dijo:<br />

—Si tienes algún interés en saberlo..., bien, es posible que él y yo tengamos cierta<br />

relación.<br />

Como si aquellas vagas respuestas fuesen suficientes, el chambelán enrolló su<br />

pergamino y lo guardó bajo su toga.<br />

—Entonces mi amo <strong>de</strong>sea veros. Hay un servicio que podéis prestarle, con un<br />

consi<strong>de</strong>rable beneficio para vosotros.<br />

El Ratonero Gris preguntó entonces:<br />

—Si el todopo<strong>de</strong>roso Glipkerio Kistomerces nos necesita, ¿por qué entonces ha<br />

permitido que nos atacara ese grupo <strong>de</strong> bellacos que acaba <strong>de</strong> huir y que podría haber<br />

puesto fin a nuestras vidas?<br />

—Si fuerais la clase <strong>de</strong> hombres que se <strong>de</strong>jarían matar por esa chusma —replicó el<br />

chambelán—, no seríais los hombres a<strong>de</strong>cuados para llevar a cabo la misión que <strong>de</strong>sea<br />

encargaros mi amo. Pero el tiempo apremia. Seguidme.<br />

Fafhrd y el Ratonero Gris intercambiaron una mirada, y un instante <strong>de</strong>spués se<br />

encogieron <strong>de</strong> hombros a un tiempo y asintieron. Contoneándose ligeramente, se situaron<br />

al lado <strong>de</strong>l chambelán, los lanceros y trompeteros se pusieron <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> ellos y el cortejo<br />

se puso en marcha por don<strong>de</strong> había llegado, <strong>de</strong>jando la plaza completamente vacía.<br />

Con excepción, claro está, <strong>de</strong> las ratas.<br />

2<br />

Con el viento <strong>de</strong>l oeste, solícito como una madre, hinchando las oscuras velas<br />

triangulares, la esbelta galera <strong>de</strong> combate y los cinco anchos cargueros <strong>de</strong> grano, que

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