04.07.2013 Views

Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

Leiber, Fritz - FR5, Las Espadas de Lankhmar.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

En aquel momento, Fafhrd, a quien la gata había arañado o mordido cruelmente, emitió<br />

un agudo lamento y el Ratonero dijo impulsivo:<br />

—Querida princesa, primero apartad ese gato <strong>de</strong> mi amigo, pues temo que le ciegue o<br />

incluso acabe con su vida, y luego hablaremos <strong>de</strong> nuestros gran<strong>de</strong>s amores hasta el fin<br />

<strong>de</strong> la eternidad.<br />

—A eso precisamente me refería —dijo Hisvet en voz baja y con tono <strong>de</strong> reproche—. Si<br />

me quisieras realmente por mí misma, Ratonero Gris, no te importaría un ardite que a tu<br />

amigo más íntimo o a tu esposa, tu madre o tu hijo les torturasen y dieran muerte ante tus<br />

ojos, mientras los míos estuvieran fijos en ti y yo te tocara con las yemas <strong>de</strong> mis <strong>de</strong>dos.<br />

Con mis labios en tu boca y mis esbeltas manos acariciándote, con toda mi persona<br />

aceptándote y ansiando recibirte, verías a tu amigo cegado o muerto por un gato, o tal vez<br />

incluso <strong>de</strong>vorado por las ratas, y te sentirías satisfecho. He tocado pocas cosas en este<br />

mundo, Ratonero Gris, pero <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego no he tocado a ningún hombre ni <strong>de</strong>monio ni<br />

bestia masculinos, excepto por <strong>de</strong>legación en Frix. No lo olvi<strong>de</strong>s.<br />

—¡Por supuesto, querida luz <strong>de</strong> mi vida! —replicó el Ratonero con vehemencia, seguro<br />

ahora <strong>de</strong> que tenía que habérselas con una especie <strong>de</strong> narcisismo <strong>de</strong>saforado, pues<br />

como él tenía una vena <strong>de</strong> la misma manía, sabía reconocerla—. ¡Que los pinchazos<br />

<strong>de</strong>sangren al bárbaro hasta matarlo! ¡Que la gata le arranque los ojos! ¡Que las ratas lo<br />

<strong>de</strong>voren y sólo <strong>de</strong>jen los huesos! ¡Qué importa mientras nosotros intercambiamos dulces<br />

palabras y caricias, comunicándonos con los cuerpos y las almas por igual!<br />

Entretanto había seguido cortando la soga con la moneda, cuyo filo ya se había<br />

embotado, sin que le disuadiera la mirada que Hisvet fijaba en él. Le animaba notar su<br />

daga Garra <strong>de</strong> Gato contra las costillas.<br />

—Así habla mi auténtico Ratonero —dijo Hisvet en el tono más tierno, <strong>de</strong>slizando los<br />

<strong>de</strong>dos tan cerca <strong>de</strong> su mejilla que él pudo notar el tenue frío <strong>de</strong> céfiro que levantaron a su<br />

paso. Entonces se volvió y gritó—: ¡Aquí, Frix! Enviamos a Skwee y la Compañía Blanca.<br />

Que cada una traiga a dos compañeras negras <strong>de</strong> su elección. Tengo una recompensa<br />

para ellas, un banquete especial. Skwee, Skwee, Skwee!<br />

Sería imposible conjeturar lo que habría sucedido entonces, pues en aquel momento<br />

Frix exclamó:<br />

—¡Una vela negra! ¡Oh, mi dichosa ama, es vuestro padre! Por estribor surgió <strong>de</strong> la<br />

niebla nacarada el triángulo, similar a una aleta <strong>de</strong> tiburón, <strong>de</strong> la parte superior <strong>de</strong> una<br />

vela negra, que avanzaba paralela a la parda vela mayor <strong>de</strong> la Calamar, extendida en el<br />

agua. Dos garfios, separados uno <strong>de</strong>l otro por la longitud <strong>de</strong> una nave pequeña, se<br />

alzaron y aferraron en la borda <strong>de</strong> la cubierta central, mientras la vela negra<br />

gualdrapeaba. Frix echó a correr y aseguró en la borda, entre los garfios, el extremo <strong>de</strong><br />

una escala <strong>de</strong> cuerda enviada <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la balandra (pues tal <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> ser, supuso el<br />

Ratonero, la misteriosa embarcación).<br />

Por aquella escala subió ágilmente un anciano que, al saltar por la borda, se reveló<br />

como un lankhmarés vestido <strong>de</strong> cuero negro, con una rata blanca sobre el hombro<br />

izquierdo, la cual se sujetaba <strong>de</strong> una orejera <strong>de</strong> su gorro, también <strong>de</strong> cuero negro. Le<br />

siguieron rápidamente dos mingoles <strong>de</strong>lgados y calvos <strong>de</strong> rostros amarillos parduscos<br />

como limones pasados, cada uno con una gran rata negra sobre el hombro, que se<br />

sujetaba <strong>de</strong> una oreja cetrina.<br />

Quiso la casualidad que en aquel instante Fafhrd volviera a quejarse, esta vez con más<br />

fuerza, y, abriendo los ojos, exclamó con la voz incierta <strong>de</strong>l fumador <strong>de</strong> opio que sale <strong>de</strong><br />

su ensoñación:<br />

—¡Millones <strong>de</strong> monos negros! ¡Quitádmelos <strong>de</strong> encima! ¡Este monstruo <strong>de</strong>l infierno me<br />

está atormentando! ¡Quitádmelo os digo!<br />

Al oír esto la gatita negra se irguió, estiró su carita maligna y mordió a Fafhrd en la<br />

nariz. Hisvet no hizo caso <strong>de</strong> esta interrupción, saludó a los recién llegados alzando la<br />

mano y dijo:

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!